«Nadie puede servir a dos señores, pues menospreciará a uno y amará al otro, o querrá mucho a uno y despreciará al otro. No se puede servir a la vez a Dios y a las riquezas». Mateo 6:24, NVI
USTED COMO PERSONA* tiene un alma que salvar o perder. Si Noé, Job y Daniel vivieran en el mundo, podrían salvar solamente sus propias almas por su justicia. Analizar esto lo ayudará a comprender que debe esforzarse en aplicar su mente y todas sus facultades, diariamente, para obtener resultados provechosos.
Los adoradores del mundo convierten a Mamón en su dios, y subordinan todo lo demás a su adoración. ¿No deberían los cristianos mantener subordinados el amor al placer y el amor a todo lo que es contrario a los intereses de Jesucristo? No se nos dio el valioso tiempo para que lo malgastáramos en lo que es menos que nada y es vanidad. Al hacerlo, nos estamos engañando y estamos perdiendo la paz en esta vida y la felicidad eterna en la vida futura. […]
No adopte una norma baja como blanco, sino alta. Que no se lo encuentre en ningún momento trabajando de parte del gran adversario de las almas, que busca contrarrestar la obra del Espíritu de Dios. No trabaje con vacilación, sino firmemente en la fuerza y la gracia de Cristo. […] Usted es propiedad de Cristo tanto por creación como por redención, y la gloria de Dios está implicada en su éxito individual. […]
Usted está bajo la mirada del mundo, de los ángeles y de los seres humanos. Sea valiente en Dios. Vístase con toda la armadura de Dios, y que su padre incrédulo vea que su vida no se ha echado a perder porque ha permanecido fiel a todos los mandamientos de Dios como adventista del séptimo día. Usted puede ser un testigo valiente para Dios y él quiere que lo sea. […] Emplee su influencia para Cristo y no trabaje del lado de Satanás. El tiempo de gracia es valioso. Aproveche al máximo cada momento, empleando los talentos que Dios le dio, para que acumule algo para el Maestro y sea una bendición para los demás.
Permita que los ángeles del cielo lo observen con alegría porque es leal y fiel a Jesucristo.— Carta 71, 1893.