Dulce será mi meditación en él; yo me regocijaré en Jehová. SAL 104:34
Se cuenta la historia de un anciano europeo que visitó Norteamérica por primera vez a fines del siglo XIX. Cuando volvióa su casa luego de una larga estadía, sus amigos le preguntaron qué era loque más le había impresionado. Su respuesta los sorprendió: Los norteamericanos se mueven, y se mueven y se mueven. Siempre están en movimiento. Aun cuando están sentados, tienen una silla que los mueve para atrás y para adelante”. Por supuesto, se refería a la mecedora.
En nuestro complejo mundo de calendarios apretados, de fechas límites, de cuotas de producción y de ventas, y de los medios masivos de comunicación, la vida misma parece un remolino. Nosotros también vivimos en una sociedad que se mueve,y se mueve y se mueve.
Quizá sea tiempo de hacer una pausa, de respirar profundamente de evaluar nuestras prioridades, y elegir lo que más importa. Quizá sea tiempo de dejar de correr para poder escuchar la voz de Dios.
A. W Tozer oró: “Señor, enséñame a escuchar. La época es ruidosa y mis oídos están cansados de mil sonidos ásperos que continuamente los asaltan. Dame el espíritu del pequeño Samuel cuando te dijo: Habla, Jehová. porque tu siervo oye’ (1 Sam. 3:9).
“Déjame que te escuche hablar a mi corazón. Déjame acostumbrarme al sonido de tu voz, que sus tonos me sea familiar es cuando los sonidos de la tierra se disipen, y que el único sonido sea tu voz ‘.
Esta oración puede tornarse en una realidad en nuestros vid.as. ¿Por qué no hacerla una realidad en su vida hoy?
Salga a caminar solo. Desarrolle el hábito de orar mientras camina para luego permanecer en silencio mientras escucha la voz de Dios. Mire las estrellas. Siéntese al lado del mar. Camine por el bosque. Pase por un parque. Busque la voz de Dios.
O levántese un poco, más temprano medite en los salmos y escuche a Dios hablarle. Quizá usted sea una persona “nocturna” que se llena de energía por la tarde. Si es así, busque un lugar apacible en la casa después que todos se hayan retirado a descansar, y lentamente lea las Escrituras y deje que Dios le hable.
Es en estos momentos de reflexión cuando Dios parece estar, más cerca de nuestras almas más conectadas con él. ¿Por qué no deja que su alma se conecte hoy con Dios?
Busque ese lugar en el corazón de Dios donde su alma puede encontrar su hogar.