Y ésta es la vida eterna” que te conozcan a ti, el único Dios verdadero. JUAN 17.
La esencia de la vida eterna es conocer a Dios. El verdadero gozo de la eternidad no es construir mansiones sino construir relaciones. La intimidad con Dios es la relación más profunda y satisfactoria de todas.
Dios anhela tener una íntima relación con nosotros. Nuestra amistad eterna con Dios será una extensión de la relación que hemos comenzado aquí. A través de la eternidad descubriremos más de la belleza de su carácter, del encanto inigualable de su amor y de la inmensa reserva de su gracia.
Esta relación con Dios dinamiza toda nuestra experiencia cristiana y nos prepara para la eternidad. Elena de White escribió: “Andad siempre en la luz de Dios. Meditad día y noche en su carácter. Entonces veréis su belleza y os alegraréis en su bondad. Vuestro corazón brillará con un destello de su amor. Seréis levantados como si os llevarán brazos eternos. Con el poder y la luz que Dios os comunica, podéis comprender, abarcar y realizar más de lo quejamás os pareció posible” (El ministerio de curación, p. 412).
Al conocer a Dios, at meditar en su carácter, al reposar en su amor, nos transformamos en todo aquello para lo cual Dios nos creó. Al tener una relación íntima con Dios llegamos a nuestro completo potencial. Al estar cercadel Creador recibimos su poder. En nuestra relación con Jesús, su gracia reina en nuestros corazones y rebosa en nuestras vidas.
El cristianismo no es meramente una serie de reglas, sino una relación radical. A través de la eternidad buscaremos conocer más al Señor. Cuanto más lo conozcamos tanto más lo admiraremos. Gozosamente exclamaremos con la mujer sulamita: “Yo soy de mi amado, y conmigo tiene su contentamiento’ (Cant. 7: 10).
No hay una amistad más dulce que conocer a Jesús. No hay una mayor satisfacción que la amistad con nuestro Señor. No hay un mayor amor que el que une nuestros corazones con el suyo.
Dios nos ha dado una pequeña dosis de su amor aquí como una muestra, para estimular nuestro deseo de la eternidad.
Cuanto más lo conocemos, tanto más deseamos conocerlo mejor.
Al conocerlo, el reino de cielo ya vive en nuestros corazones.