Tendrán una gran recompensa y serán hijos del Altísimo, porque él es bondadoso con los ingratos y malvados (Lucas 6:35, NVI).
La historia de Dirk Willems sigue siendo noticia casi quinientos años después de su muerte. A los veinte años, Willems se unió al movimiento anabaptista y decidió bautizarse como dice la Biblia: sumergido en el agua y arrepintiéndose de sus pecados. Cuando los Países Bajos se encontraban bajo el dominio implacable de Fernando Álvarez de Toledo y Pimentel, duque de Alba, Willems fue encarcelado y sometido a las más crueles torturas.
Cansado del maltrato físico y mental, y muy demacrado por la poca comida que le daban durante su encarcelamiento, Willems preparó una cuerda con distintas piezas de ropa y logró escapar del palacio y cruzar un río helado en Asperen. Al darse cuenta de lo que había sucedido, uno de los guardias salió corriendo tras Willems, pero como este guardia sí había recibido una buena alimentación, quebró la capa de hielo y cayó a las gélidas aguas. Y entonces sucedió lo inimaginable: Willems regresó, salvó al guardia, nuevamente fue apresado y finalmente fue condenado a la hoguera a causa de su fe.
¿Qué habríamos hecho nosotros si hubiésemos estado en la situación de Willems? ¿Hubiéramos dejado que el guardia muriera? ¿O hubiéramos vuelto a salvarlo como hizo Willems? Con independencia de la decisión que tomemos nosotros, nuestro hermano Willems decidió seguir el camino recomendado por el Sabio: «Si el que te aborrece tiene hambre, dale de comer pan, y si tiene sed, dale de beber agua; pues, haciendo esto, harás que le arda la cara de vergüenza, y Jehová te recompensará” (Proverbios 25:21, 22). No es la sociedad quien te recompensará (posiblemente te condene); es Dios quien te reserva una recompensa.
Willems decidió tratar con bondad a su verdugo y nos dio un noble ejemplo de lo que significa ser cristiano.
Cuando tratamos con bondad a nuestros verdugos, podemos tener la seguridad de que “tendremos una gran recompensa” y que somos imitadores de nuestro Padre, “que es bondadoso incluso con los desagradecidos y los malos” (Lucas 6:35, DH H). En realidad, “tomar represalia es ser vencido tanto por el mal de nuestro enemigo como por el mal de nuestro propio corazón, que responde al mal del otro”.* Willems venció al mal con el bien, y por eso muy pronto será recompensado.
C.E.B. Cranfield, La Epístola a los Romanos (Buenos Aires; Grand Rapids, Míchigan: Nueva Creación; William B. Eerdmans Publishing Company, 1993), 299.
Tomado de: Lecturas Devocionales para Adultos 2023 «YO ESTOY CONTIGO» Promesas Bíblicas para vivir confiado Por: VLADIMIR POLANCO Colaboradores: Silvia Garcia y Alexandra Pérez