«Y todo aquel que invoque el nombre del Señor, será salvo.» Hech. 2:21
Era un domingo por la mañana, lo recuerdo perfectamente, y estaba pintando el escenario de una obra de teatro. Llevaba puesta ropa de trabajo y alguna que otra mancha de color la marcaba. No era nada inusual, sobre todo en mí que tengo cierta tendencia a pintar y pintarme. Llegó el profesor y me pidió hablar un momento. Nos fuimos a un lugar apartado y me dijo que había sido propuesto como secretario de una asociación universitaria, que si aceptaba la responsabilidad. Acepté, por supuesto, pero no sabía que iba a ser presentado al grupo de asociados en breves instantes. Fue todo tan rápido que no me dio tiempo a asearme y así, con la ropa de trabajo, me llevaron a la reunión. He de ser sincero, estaba más preocupado por las manchas de mis pantalones que por el acto en sí. Lo pasé mal porque pensaba que no iba a tono con el ambiente. Tiempo después lo comprendí, no estaba allí por la ropa que llevaba sino por lo que podía aportar como persona.
En nuestra vida espiritual pasa lo mismo. Estamos más preocupados por cómo estamos que por la oportunidad que tenemos. En este sentido, Elena G. White dice: «Si percibís vuestra condición pecaminosa, no aguardéis hasta haceros mejores a vosotros mismos. ¡Cuántos hay que piensan que no son bastante buenos para ir a Cristo! ¿Esperáis haceros mejores por vuestros propios esfuerzos? «¿Mudará el negro su pellejo, y el leopardo sus manchas? Así también, ¿podréis vosotros hacer bien, estando habituados a hacer mal?» Únicamente en Dios hay ayuda para nosotros. No debemos permanecer en espera de persuasiones más fuertes, de mejores oportunidades, o de tener un carácter más santo. Nada podemos hacer por nosotros mismos. Debemos ir a Cristo tales como somos» (El camino a Cristo, p. 31).
Vamos hacia el carácter de Cristo y, al caminar, nos llenamos de polvo, sufrimos las inclemencias, nos desanimamos. Es normal, son las condiciones propias del viaje de la vida cristiana. Pero no dejamos de caminar. No esperamos a estar impolutos para avanzar. Avanzamos tal y como estamos porque lo importante es caminar con y hacia Jesús. El libro de los Hechos lo afirma con rotundidad: solo tenemos que pedir ayuda a Dios para ser rescatados.
Lo de mis manchas de pintura solo es una anécdota. La verdadera historia es que Dios me permitió colaborar. Lo mismo es contigo. No importa cómo estés, es una anécdota, entrégate a Jesús. Pídele ayuda e, instantáneamente, estarás construyendo la historia de tu vida.
Tomado de: Lecturas Devocionales para Jóvenes 2023 «CARÁCTER» SER COMO JESÚS Y DISFRUTAR DE LA ETERNIDAD Por: «Víctor Manuel Armenteros Cruz» Colaboradores: Isaí Cedano & Esther Jiménez A