El que entre ustedes quiera llegar a ser grande, será su servidor, y el que entre ustedes quiera ser el primero, será su siervo (Mateo 20:26, 27, NBLA).
En un mundo en el que todos nos afanamos por ocupar el primer lugar resulta extraño leer una carta como la que le envió una madre a la profesora de violín de su hija. La carta fue publicada en el diario español El País, y entre otras cosas, dice lo siguiente: «Mi hija quiere ser segundo violín. no primero ni solista, ella lo que quiere es tocar tranquila, en segundo plano, porque eso la hace feliz. Pero el mundo está hecho para los que quieren ser famosos, para los que sueñan con ser los primeros». *
En tanto que esta niña se siente sumamente feliz al tocar en segundo plano, otros siguen una alocada carrera en busca de obtener la preeminencia en todo. Pero el éxito de una orquesta no radica en que uno alcance el puesto de primer violinista, sino en que todos sus integrantes se sientan parte de un conjunto, parte de una familia en la que cada uno de ellos es valioso e importante.
El afán de obtener el primer lugar constituye una prueba fehaciente de nuestra naturaleza egoísta. Y aunque muchos creemos que «el mundo está hecho para los que quieren» ocupar la preeminencia, lo cierto es que la posición natural del ser humano es la de “segundo violinista”; no nos corresponde el primer lugar en nada. La Biblia dice que Cristo tiene «el primer puesto en todo” (Colosenses 1:18, DHH). Por su vida, por su muerte y por su resurrección, a Jesús le corresponde la preeminencia en todo, tanto en el cielo como en la tierra. Sin embargo, aunque él es el primero, no vino al mundo «para ser servido, sino para servir y para dar su vida en rescate por todos» (Marcos 10:45).
La propuesta de grandeza y preeminencia que el Señor tiene para nosotros dista mucho de la percepción que tiene nuestro mundo:
“El que entre ustedes quiera llegar a ser grande, será su servidor, y el que entre ustedes quiera ser el primero, será su siervo” (Mateo 20:26, 27, NBLA). Para Cristo, las ambiciones de rango, poder y honores no forman parte de su propuesta para la vida humana. La más noble aspiración ha de ser servir a los demás, tocar nuestro «segundo violín” a fin de llevar felicidad a esa gente anónima que espera por nosotros.
Recuerda que cuando eres un servidor en la tierra, eres grande en el cielo.
Carolina Vásquez, «La felicidad del segundo violín», El País (29 de octubre de 2021).
Tomado de: Lecturas Devocionales para Adultos 2023 «YO ESTOY CONTIGO» Promesas Bíblicas para vivir confiado Por: VLADIMIR POLANCO Colaboradores: Silvia Garcia y Alexandra Pérez