Viene la hora, y ahora es, cuando los muertos oirán la voz del Hijo de Dios, y los que la oigan vivirán (Juan 5:25).
El Valle de los Reyes, en Egipto, es una de las necrópolis más famosas del mundo. Allí se encuentran las tumbas de muchos faraones que, amparados en sus creencias, se reunían en esa «ciudad de muertos” (eso significa «necrópolis”) para dar inicio a su viaje al más allá. Hoy sus tumbas, tesoros y momias ponen de manifiesto que no fueron a ningún lado.
Los cristianos, en cambio, se identificaron más con el vocablo «cementerio» para referirse al lugar donde son llevados los muertos. ¿Por qué? Porque la palabra «cementerio” proviene del griego koimetérion, que significa “lugar para dormir”. La muerte no es el inicio a ninguna travesía al más allá, simplemente constituye un período de descanso. Cuando informó a sus discípulos de la muerte de Lázaro, nuestro Señor les dijo: “Nuestro amigo Lázaro duerme, pero voy a despertarlo” (Juan 11.-11). La Biblia describe la muerte bajo la metáfora del sueño. Cuando Moisés iba a morir, Dios le dijo: “Mira que vas a acostarte con tus padres” (Deuteronomio 31:16, BJ). Refiriéndose a su propia muerte, Job expresó: «Pronto dormiré en el polvo” (Job 7:21). El salmista exclamó: «Mira, respóndeme, Jehová, Dios mío; alumbra mis ojos para que no duerma de muerte» (Salmo 13:3). Daniel alude al momento cuando resucitarán “muchos de los que duermen en el polvo de la tierra” (Daniel 12:2).
Como la vemos como un simple sueño, los cristianos no caemos desesperanzados ante la muerte. Como señala Elena G. de White, «para el creyente, la muerte es un asunto trivial. Cristo habla de ella como si fuera de poca importancia… Para el cristiano, la muerte es tan solo un sueño, un momento de silencio y tinieblas” (El Deseado de todas las gentes, cap. 82, p. 745). Esta es la promesa de la Biblia para nosotros: “Dios resucitará con Jesús a los que han muerto en unión con él” (1 Tesalonicenses 4:14, NVI).
A lo largo de nuestra vida hemos llevado al cementerio, al lugar de los que duermen, a muchos de nuestros seres queridos. Y hemos llegado hasta ahí sabiendo que muy pronto ellos “oirán la voz del Hijo de Dios, y los que la oigan vivirán” (Juan 5:25). Oirán esa voz ya sea que estén en una necrópolis o en un cementerio.
Tomado de: Lecturas Devocionales para Adultos 2023 «YO ESTOY CONTIGO» Promesas Bíblicas para vivir confiado Por: VLADIMIR POLANCO Colaboradores: Silvia Garcia y Alexandra Pérez