En el cuarto capítulo de Efesios se revela tan clara y sencillamente el plan de Dios, que todos sus hijos pueden aferrarse de la verdad. Aquí se presenta claramente el medio que él ha establecido para mantener la unidad en su iglesia: que sus miembros revelen al mundo una sana experiencia religiosa…
La santidad es la dádiva de Dios por medio de Cristo. Los que reciben al Salvador, se convierten en hijos de Dios. Son sus hijos espirituales, nacidos de nuevo, renovados en justicia y verdadera santidad. Su mente se ha cambiado. Con visión más clara contemplan las realidades eternas…
Nuestro propósito debiera ser infundir toda la amabilidad posible en nuestra vida y hacer todos los favores posibles a los que nos rodean. Las palabras bondadosas nunca se pierden. Jesús las registra como si hubieran sido dirigidas a él mismo. Sembrad semillas de bondad, de amor y de ternura, y florecerán y darán fruto (Comentarios de Elena G. de White en Comentario bíblico adventista, t. 6, pp. 1116-1118).
No es cosa de poca monta transformar una mente terrenal que ama el pecado, e inducirla a comprender el indescriptible amor de Cristo, los encantos de su gracia y la excelencia de Dios, de tal manera que el alma se impregne del amor divino y sea cautivada por los misterios celestiales. Tiene una mente nueva, nuevos afectos, nuevo interés, nueva voluntad; sus tristezas, deseos y amor, son todos nuevos… Considera ahora todas las riquezas y gloria del ciclo que antes no le atraía, y lo contempla como su patria futura, donde verá, amará y alabará a Aquel que la ha redimido con su sangre preciosa (La fe por la cual vivo, p. 141).
La unidad cristiana constituye una fuerza poderosa. Proclama a los cuatro vientos que quienes la manifiestan son hijos de Dios. Ejerce una influencia irresistible sobre el mundo, revelando que a pesar de nuestras características humanas podemos ser «participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de las pasiones». 2 Pedro 1:4. Tenemos que ser uno con nuestros semejantes y con Cristo, y, en Cristo, uno con Dios. Entonces se podrá decir de nosotros: «Ustedes han alcanzado la plenitud». Colosenses 2:10, LPH …
Y cada cual debe ocupar el lugar que se le asigne y hacer la obra que se le haya encomendado. Dios ruega a todos los miembros de su iglesia que reciban el Espíritu Santo, que nos unamos fraternalmente, y que seamos solidarios…
No hay nada que debilite la iglesia de modo más evidente que la desunión y las rencillas. No hay nada que se oponga a Cristo y a la verdad como eso (Mi vida hoy, p. 280).
Notas de Elena G. White para la Escuela Sabática 2023.
3er. Trimestre 2023 «EFESIOS»
Lección 14: «EFESIOS EN EL CORAZÓN»
Colaboradores: Ana Hironymus & Esther Jiménez