Os ruego. . . que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional. ROM 12:1
En su libro Proof Positive (Prueba rotunda), el Dr. Neil Nedley cuenta una historia fascinante de cómo combatir la enfermedad y alcanzar la salud oprima. El Dr. Nedley estaba un día haciendo le un examen de resistencia a un paciente que él sospechaba que tenía una enfermedad de las coronarias.
Haroldo, el paciente, lo miro y le dijo: ‘Doctor, realmente no importa cómo salga hoy en los exámenes. Cada uno de nosotros tiene una fecha para morir; ese tiempo es fijo y no hay nada que podamos hacer”.
Haroldo creía que Dios determina si vivimos o morimos. Cuando Diosllama su nombre, ahí se terminó. No hay nada que usted pueda hacer. La idea de Haroldo no es tan extraña. Muchas personas creen que la salud es asunto de suerte. Es como echar los dados.
Hay una abundancia de evidencia científica que comprueba que esta teoría es totalmente falsa. No toma en cuenta la forma en que nuestro estilo de vida personal afecta la salud. Las investigaciones demuestran claramente la relación entre los hábitos de vida defectuosos y un aumento de las enfermedades.
Estoy convencido de que Dios quiere que mejoremos nuestra salud y que el diablo quiere destruirla. El apóstol Juan reveló el deseo de Dios para nosotros de esta manera: “Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud así como prospera tu alma” (3 Juan 2). Elena de White escribió: “Debiera preservarse la salud tan sagradamente como el carácter” (Conducción del niño, p. 321).
Jesús es el restaurador. Sus milagros del Nuevo Testamento claramente revelan su anhelo de que tengamos buena salud. Satanás es engañoso y destructor. Planea cuidadosamente la destrucción de nuestra salud. El maligno engaña a las personas para que maltraten sus cuerpos y piensen que eso no hace mucha diferencia en su vida espiritual. Ellos aceptan el placer temporal de algunas indulgencias físicas, drogas, alcohol, tabaco, comidas malsanas o inmoralidad sexual, y en el proceso destruyen sus cuerpos y sus almas. La relación entre la mente y el cuerpo es tan íntima que cualquier hábito físico que afecta el cuerpo también afecta la mente.
Dios desea que estemos sanos, r ero no simplemente porque quiere que vivamos vidas más completas, más largas, más abundantes, libres de enfermedades. Él ciertamente desea esto, pero la salud no es un fin en sí mismo. La salud no es una super meta que debemos alcanzar para poder decir que estamos sanos. Una de las razones de poder tener un cuerpo saludable es tener una mente clara parapoder conocer mejor a Dios para que nuestras mentes puedan comprender su voluntad y escuchar su voz. Otra razón es para que podamos servir más efectivamente. Dios anhela que vivamos vidas saludables y productivas, al conocerle y al ministrar con gozo a otros.
Nuestra salud es una prioridad para Dios, y él desea que sea una prioridad para nosotros también.