«Hay quienes han conocido el amor perdonador de Cristo y desean realmente ser hijos de Dios; pero que, conscientes de la imperfección de su carácter y de su vida defectuosa, tienen la tendencia a dudar en cuanto a si sus corazones han sido o no regenerados por el Espíritu Santo. A esas personas quiero decirles que no cedan a la desesperación. A menudo tenemos que, con lágrimas en los ojos, postrarnos a los pies de Cristo, por causa de nuestras culpas y errores; pero no hemos de desanimarnos. Aunque hayamos sido vencidos por el enemigo, no somos rechazados ni abandonados por Dios. No; Cristo está a la diestra de Dios, e intercede por nosotros. Dice el discípulo amado: “Les escribo estas cosas para que no cometan pecado. Aunque si alguno comete pecado, tenemos ante el Padre un defensor, que es Jesucristo, y él es justo” (1 Juan 2: 1). Y no olvides lo que Jesús dijo: “El Padre mismo los ama” (Juan 16: 27). Él desea reconciliarte con él, quiere ver su pureza y santidad reflejadas en ti. Y si tan solo estás dispuesto a entregarte a él, “el que comenzó en ustedes la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo” (Fil. 1: 6, RVC). Ora con más fervor; cree más implícitamente. Cuando lleguemos a desconfiar de nuestra propia fuerza, confiaremos en el poder de nuestro Redentor y alabaremos a Aquel que es la alegría de nuestra vida.
»Cuanto más cerca estés de Jesús, más imperfecto te reconocerás; porque verás con mayor claridad tus defectos, en manifiesto y evidente contraste con su perfecta naturaleza. Esta es una señal cierta de que los engaños de Satanás han perdido su poder y de que el Espíritu de Dios te está despertando.
»No puede existir amor profundo hacia el Señor Jesús en el corazón que no se percata de su propia perversidad. El alma transformada por la gracia de Cristo admirará el divino carácter de él; pero cuando no vemos nuestra propia deformidad moral damos prueba inequívoca de que no hemos vislumbrado la belleza y excelencia de Cristo. Cuantas menos cosas dignas de estima veamos en nosotros, más encontraremos que apreciar en la pureza y el amor infinitos de nuestro Salvador. La percepción de nuestra pecaminosidad nos impulsará hacia Aquel que puede perdonarnos. Y cuando nos demos cuenta de nuestra incapacidad, al aferrarnos a Cristo, él se nos manifestará con poder. Cuanto más nos impulse hacia él y hacia la Palabra de Dios el sentimiento de nuestra necesidad, tanto más elevada visión tendremos del carácter de nuestro Redentor y con mayor plenitud reflejaremos su imagen».— Elena G. de White, El camino a Cristo, cap. 7, pp. 96-98
Lección de Escuela Sabática Para Jóvenes Universitarios 2023. 3er. trimestre 2023 LA RESTITUCIÓN Lección 12 «LA PUREZA» Colaboradores: Pr. Brayan R Cedillo & Magda Sanchez