«Por el Señor son afirmados los pasos del hombre, y él se complacerá en su camino». Salmo 37:23, RVC
LOS JÓVENES CON FRECUENCIA se enfrentan a situaciones en las que no saben qué deben hacer. Su inclinación los guía hacia una dirección, y el Espíritu Santo de Dios los atrae hacia otra. Satanás los asedia con sus tentaciones y los insta a seguir las tendencias de su corazón. Pero los que desean ser fieles a Cristo, escucharán la voz que dice: «Este es el camino por el que debes ir» Osa. 30: 21, NTV). Decidirán seguir la conducta de los justos, aunque sea más difícil y dolorosa de seguir que el camino de su propio corazón. […]
Debemos recibir sabiduría divina para los asuntos de la vida diaria, para tener un sólido juicio y elegir el camino seguro por ser el correcto. El que obra dependiendo de su propio juicio, seguirá la inclinación de su corazón, pero el que tiene la mente abierta a la Palabra de Dios, considerará con oración cada paso que den sus pies, para honrar a Dios y hacer su voluntad. Recordará que «ni siquiera Cristo vivió para agradarse a sí mismo» (Rom. 15: 3, NTV) y considerará que es un gran privilegio andar en sus pasos. Presentará sus dudas a Dios en oración y pedirá la dirección de Aquel a quien pertenece. Comprenderá que pertenece a Dios en alma, cuerpo, mente y fuerza. […]
Que cada joven se prepare en todo sentido para confiar en el Señor y no andar en sus propios caminos: «Confía en el Señor de todo corazón, y no en tu propia inteligencia. Reconócelo en todos tus caminos, y él allanará tus sendas. No seas sabio en tu propia opinión; más bien, teme al Señor y huye del mal. Esto infundirá salud a tu cuerpo y fortalecerá tu ser. Honra al Señor con tus riquezas y con los primeros frutos de tus cosechas. Así tus graneros se llenarán a reventar y tus bodegas rebosarán de vino nuevo. Hijo mío, no desprecies la disciplina del Señor, ni te ofendas por sus reprensiones. Porque el Señor disciplina a los que ama, como corrige un padre a su hijo querido.
Dichoso el que halla sabiduría, el que adquiere inteligencia. Porque ella es de más provecho que la plata y rinde más ganancias que el oro» (Prov. 3:5-14, NVI). — The Youth’s Instructor, 19 de septiembre de 1895.