Jesús apareció en medio de la tremenda tormenta para salvar a sus aterrorizados discípulos, pero lo confundieron con un fantasma. No era natural que alguien caminara sobre las crestas de las olas, pero Jesús sabe que es en la tormenta más desesperada cuando obtiene nuestra más completa atención.
No los dejó con la duda. Se había mostrado como el Pan de vida, y ahora se mostraría como el gran Yo Soy, el Señor del viento y las olas.
Jesús tiene un nombre para cada necesidad. Para tus necesidades materiales es el Pan de vida. Si andas en oscuridad es la Luz del mundo. Si estás enferma es Bálsamo de Galaad. Si experimentas injusticias es el Juez justo. En la soledad es Dios con nosotros. Si necesitas guía es el Buen Pastor. Si eres huérfana es tu Padre amante. Si un amigo te ha traicionado es tu Amigo fiel. En un tormentoso mar de tribulaciones es el Señor del viento y las olas. Imagina la alegría y la paz de los discípulos al escuchar la voz de su Maestro.
¡Cuán consolador es recibir ayuda en el momento preciso!
En una ocasión, pasé varios días con mi hija mayor en un hospital de niños, sin amigos ni familiares. Llegó la tarde de la intervención de mi hija, y recibí la noticia de que tenía un supuesto tumor canceroso en su pierna. El angustioso silencio fue interrumpido por unos pasos: eran dos de mis hermanas. ¡Cuan dulce sonó su voz cuando me dijeron: “Acá estamos”!
¡Qué gran poder hay en las palabras: “Acá estoy”! En momentos de necesidad esas palabras cambian el panorama, el miedo, la tristeza, el dolor y la soledad. Tal vez por eso Dios repite con frecuencia: “Acá estoy”. Su presencia está cerca de ti cuando más lo necesitas: “El Señor está cerca” (Filipenses 4:5). “En los días tenebrosos, cuando aparentemente todo parece difícil, no temáis. Tened fe en Dios. Está cumpliendo su voluntad, realizándolo todo bien, en beneficio de su pueblo. La fortaleza de los que lo aman y lo sirven se renovará cada día. Pondrá a su servicio su comprensión, para que no yerren en la realización de sus propósitos” (HHD, p. 221).
“YO SOY significa una presencia eterna. El pasado, el presente del futuro son iguales para Dios. Él ve los acontecimientos más remotos de la historia pasada y el futuro lejano con una visión tan clara como nosotros vemos las cosas que suceden diariamente” (AFC, p. 14).