Las víctimas de los malos hábitos deben reconocer la necesidad del esfuerzo personal. Otros harán con empeño cuanto puedan para levantarlos, y la gracia de Dios les es ofrecida sin costo; Cristo podrá interceder, sus ángeles podrán intervenir; pero todo será en vano si ellos mismos no deciden combatirlos […].
Al sentir el terrible poder de la tentación y la fuerza arrebatadora del deseo que lo arrastra a la caída, más de uno grita desesperado: “No puedo resistir al mal”. Decidle que puede y que debe resistir. Puede haber sido vencido una y otra vez, pero no será siempre así. Carece de fuerza moral, y lo dominan los hábitos de una vida de pecado. Sus promesas y resoluciones son como cuerdas de arena. El conocimiento de sus promesas quebrantadas y de sus votos malogrados debilitan la confianza en su propia sinceridad, y le hacen creer que Dios no puede aceptarlo ni cooperar con él, pero no tiene por qué desesperarse. —El Ministerio de Curación, 130, 131 (1905).
El propósito final es importante
El éxito en cualquier actividad requiere una meta definida. Quien desee lograr verdadero éxito en la vida debe mantener constantemente en vista una meta digna de su esfuerzo. Esta es la que se propone hoy a los jóvenes. —La Educación, 262 (1903).
El mejor desarrollo de la mente
El conocimiento de Dios se obtiene de su Palabra. El conocimiento experimental de la verdadera piedad, en diaria consagración y servicio a Dios, asegura el más alto desarrollo de la mente, el alma y el cuerpo; y esta consagración de todas nuestras facultades a Dios impide la exaltación propia. El impartimiento del poder divino honra nuestra sincera lucha en procura de sabiduría en el uso concienzudo de nuestras más elevadas facultades para honra de Dios y bendición de nuestros semejantes. Como todas estas facultades derivan de Dios y no son de creación propia, deberían ser apreciadas como talentos provenientes del Altísimo con el fin de ser empleados en su servicio. —Manuscrito 16, 1896.
Las virtudes promueven la salud
El valor, la esperanza, la fe, la solidaridad y el amor fomentan la salud y alargan la vida. Un espíritu satisfecho y alegre es como salud para el cuerpo y fuerza para el alma. “El corazón alegre es una buena medicina”. Proverbios 17:22. —El Ministerio de Curación, 185 (1905).
MENTE CARÁCTER Y PERSONALIDAD TOMO #2 SECCIÓN #16: PRINCIPIOS TERAPÉUTICOS Y SU APLICACIÓN Capítulo 81: UNA TERAPIA MENTAL FLUIDA Por: Elena G De White Colaboradores: Liseth Orduz & América Lara