Desde el siglo y hasta el siglo, tú eres Dios. SAL 90:2
Inglaterra enfrentaba una crisis. Corría el año 1714. La reina Ana yacía en su lecho de muerte. Ella no tenía un heredero inmediato para sucederle en el trono. La nación estaba al pie de un conflictopolítico.
El famoso autor de himnos, Isaac Watts, se preguntaba qué acontecería en el futuro. La familia real anterior había puesto a su padre en pasión por su ideología.
Watts se volvió a los Salmos para obtener consuelo. El Salmo 90 era uno de sus favoritos. De todos los Salmos éste exalta la eternidad de Dios, mientras que también considera la fragilidad humana. El salmista canta: «Señor, tú nos has sido refugio de generación en generación. Antes que naciesen los montes y formases la tierra y el mundo, desde el siglo y hasta el siglo, tú eres Dios” (Sal. 90:1, 2).
Dios es eterno. Dios es omnisapiente y todopoderoso. Él está por encima del tiempo porque es el autor del tiempo. Él está fuera de la historia porque es el árbitro final de la historia del universo. Aunque Dios permite que los gobernantes de la tierra tomen decisiones, él es el que moldea el destino de las naciones. Él es el que tiene el control final. Salomón hace eco de este pensamiento a través de las siguientes palabras: “Como los repartimientos de las aguas, así está el corazón del rey en la mano de Jehová; a todo lo que quiere lo inclina” (Prov. 21:1). El profeta Danielagrega: “El Altísimo gobierna el reino de los hombres, y…a quien él quiere lo la” (Dan. 4:17).
Cuando los acontecimientos parezcan estar fuera de control, Dios aún está en control. Cuando las circunstancias inciertas pesen sobre nuestro corazón, Dios dice: “No se turbe vuestro corazón” Juan 14:1). Él aún está en control. Isaac Watts captó este pensamiento adecuadamente en su amado himno. “Eterno Dios, mi Creador”. Muchos cristianos creen que de todos los más de 600 himnos que escribió Isaac Watts, este es el más sublime.
“Eterno Dios, mi Creador, mi amparo en aflicción,
tú has sido mi Consolador en toda ocasión.
Mis años a tu vista son cual brisas del ayer;
cual hierba es mi condición, que cae al atardecer “.
Aquí hay una verdad eterna con la cual podemos contar, algo cierto, algo estable. Dios es nuestro refugio, nuestro hogar eterno. En él nuestra defensa está segura. Podemos tener absoluta confianza de que Dios controla y dirige los acontecimientos; podemos dormir bien y dejar que el cuide del mundo.