Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia (Juan 10:10).
Desde el inicio de nuestro movimiento religioso, los adventistas del séptimo día hemos creído que la fe cristiana no solo nos ofrece la posibilidad de disfrutar algún día de la vida eterna en el cielo, sino que además nos permite saborear una vida llena de gozo y felicidad aquí en la tierra. La vida en Cristo llega a ser sumamente plena y próspera incluso antes de que entremos por los portones dorados de la nueva Jerusalén. El mismo Jesús declaró: «Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia” (Juan 10:10). ¿Dónde recibiremos esa vida abundante? Pues aquí y ahora.
Dios no nos ha llamado a vivir una vida de escasez, que solo espera bendiciones en el más allá. En Cristo podemos obtener plenitud de gozo. Él nos ofrece una vida que puede ser disfrutada al máximo a pesar de que tengamos que vivir en un planeta arruinado por el pecado. Y es que Jesús no solo murió y resucitó para llevarnos a morar en las mansiones celestiales; él vino a nuestro mundo para que el resto de nuestra estadía aquí llegue a ser un preámbulo de lo que nos espera en la Tierra Nueva.
Esa vida abundante que Cristo nos ofrece quedó ejemplificada en la experiencia de Marge Jetton. Con más de cien años, Marge podía conducir su Cadillac por las autopistas de California. Acudía al salón de belleza a arreglarse el pelo todos los viernes. De hecho, su estilista dice que nunca faltó en los últimos veinte años. La señora Jetton era una fiel colaboradora en un hogar de ancianos en el que la gran mayoría de los residentes era varias décadas menor que ella. ¿Qué hizo Marge para experimentar esa vida llena de abundancia y felicidad? Entre otras cosas, creer en Dios, alimentarse adecuadamente y descansar el día sábado. Su fe iba de la mano con un estilo de vida saludable y eso redundó en felicidad para ella y los suyos.
Dios dice en su Palabra: «Amado, ruego que seas prosperado en todo así como prospera tu alma, y que tengas buena salud» (3 Juan 1:2, NBLA). Sí, Dios desea que seamos gente saludable, que vivamos una vida plena y próspera, como lo hizo Marge Jetton, y para ello nos ha dejado consejos muy valiosos que «dan vida a quien los cumple» (Nehemías 9:29). Comencemos a vivir la verdadera vida.