«Sacad al pueblo ciego que tiene ojos, y a los sordos que tienen oídos.» Isaías 43:8
Algunos los filósofos más importantes del siglo XX insistía en que en dicho siglo vivíamos en la era de la Técnica. Todavía ha comenzado con los motores de vapor de agua. A ese tiempo le llamamos «moderno» y todo lo actual se incluía en esa palabra. Lo moderno no estaba relacionado con los avances científicos y la Ciencia era una vaca sagrada que no se podía cuestionar. La palabra «deber» era muy relevante y las personas vivían alrededor de ella. Se debía estudiar porque era el deber de un niño o de un joven. Se debía trabajar porque era el deber de un adulto y, con ello, se conseguí una mejor situación social. Se debía tener una familia porque era el deber social que hacía grande una patria. Pero llegaron las bombas atómicas, se instaló el cáncer, arreciaron crisis económicas y la ciencia cayó de su pedestal.
Hoy vivimos otros tiempos y la palabra «deber» ha sido sustituida por «gustar». Muchos jóvenes piensan más en las actividades del fin de semana que en las de la semana en sí. Los adultos sueñan con «hacer lo que les gusta» y vivir de ello. Las relaciones familiares o de parejas están vinculadas al placer y existen en inestabilidad. Vivimos, sin lugar a dudas, en la Era de la Distracción.
No se dura mucho tiempo en casi nada. Antes, un trabajo era para toda la vida. Hoy, se vive una actividad laboral intermitente. Algunas veces por deseo y muchas por realidad social. Antes, un amigo duraba años. Hoy, el problema no es el de establecer contacto sino el de mantener relaciones. Antes, el amor soñado era para siempre. Hoy, la mayoría vive en una oleada de emociones que van y vienen. Falta concentración y somos interrumpidos constantemente. Algo similar ocurre en la vida espiritual. Antes, un sermón nos debía mejorar y teníamos el deber de crecer religiosamente. Hoy, la opinión personal hace teología. Antes, dedicábamos toda una vida a ayudar a los demás. Hoy, nos vamos de viaje misionero de vacaciones con una ONG.
Estamos distraídos con tantas cosas que aunque tenemos ojos no vemos, tenemos oídos pero no oímos. Y esto es grave. No es malo que hagamos lo que nos gusta si va enfocado a lo que creemos. Retén el mensaje de hoy y mantenlo en tu mente: concentración en lo realmente importante.