El santuario nos muestra vías prácticas que nos permiten reconciliarnos con Dios.
1. La fe. Para entrar en el atrio que rodeaba el tabernáculo, había que pasar por la puerta. Jesús se describió a sí mismo como «la puerta» (Juan 10: 9). Para acercarnos a Dios, debemos hacerlo con la fe puesta en Jesús (Hech. 4: 12; Heb. 11: 6).
2. La confesión. Seguidamente, había que acercarse al altar de bronce del holocausto. Mediante la fe, la confesión y el arrepentimiento, debemos depositar nuestros pecados sobre el Cordero, Jesucristo. Admitiendo que has pecado de una manera determinada y confesando ese pecado a Cristo es como transfieres tu pecado a Jesús, que murió por ti(Lev.5:4,5; 1 Juan 1:9).
3. El bautismo. Entre el altar del holocausto y el tabernáculo había una pila de bronce llena de agua (Éxo. 30: 17-21; 40: 30-32; Heb. 10: 22). Los sacerdotes se lavaban allí las manos y los pies antes de entrar en el tabernáculo o de ofrecer sacrificios en el altar del holocausto. Cuando una persona es bautizada en el nombre de Jesús e introducida en la comunión de la iglesia, también comienza su ministerio en la iglesia y en la comunidad.
4. La Palabra. Una vez dentro de la puerta del tabernáculo, la mesa del pan de la proposición estaba inmediatamente a la derecha (Éxo. 30: 1-10). Sobre esta mesa los sacerdotes debían poner cada sábado doce panes, arreglados en dos pilas. Los panes que se quitaban debían ser comidos por los sacerdotes. Adorar implica consumir la Palabra de Dios como si fuera pan (Apoc. 10: 9). Además, Jesús se llamó a sí mismo «el Pan de vida» (Juan 6: 35).
5. Compartir. Justo enfrente de la mesa de los panes de la proposición estaba el candelabro de oro. ¡Pesaba 33 kilos de oro puro! También representaba a Jesús, que dijo: «Yo soy la luz del mundo» (Juan 8: 12). Al igual que Jesús, las lámparas se alimentaban de aceite, no de cera (por lo que llamarlas candelabros es incorrecto). El aceite simboliza al Espíritu Santo (Zac. 4: 2-6).
6. La oración.El último mueble del Lugar Santo era el altar del incienso, situado justo fuera de la cortina que conducía al Lugar Santísimo (Éxo. 30: 1-10). Dos veces al día (en la mañana y en la tarde) el sacerdote ofrecía incienso. El dulce olor del incienso encendido representaba las oraciones de los santos que ascendían al trono de Dios (Sal. 141: 2; Apoc. 8: 3-4).
7. La presencia.El único mueble que había en el Lugar Santísimo era el arca del pacto. Se llamaba arca del pacto porque dentro estaban los Diez Mandamientos, que es el pacto de Dios (Éxo. 34: 28). ¡El arca del pacto era un trono! El asiento de este trono se llamaba «propiciatorio». En él habitaba Dios en una nube radiante y gobernaba a su pueblo a través de sus líderes Moisés y Aarón (Éxo. 25: 22).
Como nuestro gran Sumo Sacerdote, Jesucristo nos precedió y abrió el camino para nosotros, así que todos podemos entrar en cualquier momento en la presencia invisible de Dios. Ahora mismo podemos entrar ante la sala del trono del cielo y hablar con Dios, escucharlo y adorarlo directamente (Heb. 4: 14-16). La sala del trono celestial y el Dios que gobierna desde allí se describen vívidamente en Apocalipsis 4 y 5. Así como Dios les habló a Moisés y a Aarón desde el Lugar Santísimo, también nos hablará a nosotros.
Medita de nuevo en los pasajes principales de Levítico 9 y trata de identificar dónde está Jesús en el texto.
Teniendo a Jesús como nuestra realidad actual, ¿en qué se parece nuestra experiencia a la de los israelitas y su santuario en el desierto?
Lección de Escuela Sabática Para Jóvenes Universitarios 2023. 3er. trimestre 2023 LA RESTITUCIÓN Lección 8 «LA ADORACIÓN» Colaboradores: Pr. Brayan R Cedillo & Magda Sanchez