«Josué hijo de Nun envió desde Sitim dos espías secretamente». «Entonces el rey de Jericó envió a decir a Rahab: “Saca a los hombres que han venido a ti, y han entrado a tu casa; porque han venido para espiar toda la tierra” [. . .]
«Y dijo: “Es verdad que unos hombres vinieron a mí, pero no supe de dónde eran. Y cuando se iba a cerrar la puerta, siendo ya oscuro, esos hombres se salieron, y no sé a dónde han ido; seguidlos aprisa, y los alcanzaréis”. Más ella los había hecho subir al terrado, y los había escondido entre los manojos de lino que tenía puestos en el terrado.
«Antes que ellos se durmiesen, ella subió al terrado, y les dijo: “Sé que Jehová os ha dado esta tierra; porque el temor de vosotros ha caído sobre nosotros, y todos los moradores del país ya han desmayado por causa de vosotros. Porque hemos oído que Jehová hizo secar las aguas del Mar Rojo delante de vosotros cuando salisteis de Egipto, y lo que habéis hecho a los dos reyes de los amorreos que estaban al otro lado del Jordán, a Sehón y a Og, a los cuales habéis destruido. Oyendo esto, ha desmayado nuestro corazón; ni ha quedado más aliento en hombre alguno por causa de vosotros, porque Jehová vuestro Dios es Dios arriba en los cielos y abajo en la tierra. Os ruego pues, ahora, que me juréis por Jehová, que como he hecho misericordia con vosotros, así la haréis vosotros con la casa de mi padre, de lo cual me daréis una señal segura; y que salvaréis la vida a mi padre y a mi madre, a mis hermanos y hermanas, y a todo lo que es suyo; y que libraréis nuestras vidas de la muerte”.
«Ellos le respondieron: Nuestra vida responderá por la vuestra, si no denunciareis este asunto nuestro; y cuando Jehová nos haya dado la tierra, nosotros haremos contigo misericordia y verdad».
«Entonces ella los hizo descender con una cuerda por la ventana; porque su casa estaba en el muro de la ciudad [. . .]
«Y ellos le dijeron: “Nosotros quedaremos libres de este juramento con que nos has juramentado. He aquí, cuando nosotros entremos en la tierra, tú atarás este cordón de grana a la ventana por la cual nos descolgaste; y reunirás en tu casa a tu padre y a tu madre, a tus hermanos y a toda la familia de tu padre”».
«Ella respondió: “Sea así como habéis dicho”. Luego los despidió, y se fueron; y ella ató el cordón de grana a la ventana». (Josué 2: 1, 3-6, 8-18, 21)
APLÍCALO A TU VIDA
Domingo
Lee la historia de Ester (en el libro de Ester). Aquí vemos a otra mujer que tenía fe en Dios. No sabía qué sucedería cuando fuera ante el rey sin que la hubiera llamado. Pero confió en Dios para que arreglara el asunto. Gracias a su fe, se salvó la vida a miles de personas, y en Israel hoy todavía celebran el «Purim», un día de aflicción que se convirtió en gozo; todo porque Ester y su pueblo tuvieron fe.