Porque te amo y eres ante mis ojos precioso y digno de honra. No temas, porque yo estoy contigo (Isaías 43:4, 5, NVI ).
Soy un hijo adulto, y cuando se publique este libro también seré el padre de una hija mayor de edad, a la que debo considerar una persona adulta. Sobre este tema de la relación entre hijos adultos y sus padres, leí un artículo de la doctora Michelle Maidenberg, basado en una investigación que realizó con cincuenta personas adultas, a las que les pidió lo siguiente: «Dígame una cosa que usted considere que sus padres deberían saber”.
La doctora Maidenberg compartió las respuestas en un artículo en forma de carta publicado en la revista Psychology Today [Psicología hoy). Entre las cosas que los adultos querían que sus padres supieran estaban estas: «Necesito tu aceptación y aprobación”. «Tus críticas me hacen sentir inseguro». «Me decepciona mucho que me compares con los demás”. «Respeta mi individualidad y mi independencia, déjame encontrar mi propio camino». «Necesito escuchar que me digas lo mucho que me amas; suponerlo no es suficiente”. Repito: estas son respuestas de adultos a sus padres adultos. Y aquí te dejo una más: «Quiero sentir que soy una prioridad en tu vida y que tu amor por mí es incondicional y duradero”.
Respecto a este último punto, nuestro Padre celestial declaró lo siguiente en este precioso poema: «Porque te amo y eres ante mis ojos precioso y digno de honra. No temas, porque yo estoy contigo» (Isaías 43:4, 5, NVI). Somos una prioridad para nuestro Padre, por eso somos «preciosos”. La palabra hebrea yakar hace referencia a lo que es valioso, respetado, lo que ha sido comprado a un alto precio. En 1 Samuel 18:30,la palabra significa «famoso”.
Quizá pensemos: «A nosotros no nos conoce nadie, ¿de qué fama hablas?». ¡Somos famosos en el reino de los cielos, porque por todos los rincones del universo Dios proclama que somos sus hijos y que somos preciosos!
Si queremos un padre que nos haga saber que somos su prioridad, acudamos a nuestro Padre celestial. Y sabemos que somos su prioridad porque su amor por nosotros es incondicional y eterno: «El amor del Señor es eterno y siempre está con los que le temen; su justicia está con los hijos de sus hijos» (Salmo 103:17, NVI). Sin importar cuán adultos nos sintamos, Dios afirma que somos honrados, amados y preciosos: y quiere que lo sepamos.
Michelle P. Maidenberg. «What Adult Children Need Their Parents to Understand», Psychology Today (septiembre-octubre de 2021),pp. 52, 53.