Éxodo 1; 2:1-10; Patriarcas y Profetas, Cap. 22, Pp. 219-222
¿Sabes que tienes ángeles que te protegen todo el tiempo? El bebé de nuestra historia tenía un ángel que lo protegía.
El pueblo de Dios, los israelitas, habían vivido en Egipto durante un largo tiempo. Faraón, el rey de Egipto, tenía temor de los israelitas.
Temía que se unieran en guerra contra los egipcios. Primero hizo que los israelitas trabajaran duramente, esperando que con eso no podrían crecer en número.
Pero cuanto más duro trabajaban los israelitas, más se multiplicaban. Finalmente, el cruel rey ordenó que los egipcios echaran al río a todos los niños varones israelitas que nacieran.
Una familia encontró la forma de salvar a su bebé varón. Primero lo escondieron en su casa. Pero cuanto más crecía, más temían que alguien lo descubriera. Así que hicieron un nuevo plan.
La mamá del bebé tomó juncos de la orilla del río y con ellos tejió una canasta. Cubrió cuidadosamente la canasta con betún para que no pudiera entrar el agua. Luego colocó al bebé en la canasta y lo cubrió. Ella oró mientras llevaba la canasta al río y la escondía entre los juncos que crecían en el agua cerca de la orilla. María, la hermana mayor del bebé, jugaba cerca de donde estaba la canasta para vigilar lo que le pasaría. Y Dios envió a sus ángeles a vigilar al pequeño bebé mientras la canasta se balanceaba en las aguas del río.
Poco después, la hija del rey vino al río. Y allí, en el agua, vio la canasta. Envió a una de sus damas para que recogiera la canasta y se la entregara. Imaginen su sorpresa cuando abrió la canasta y encontró a un bebé dentro. Sintió lástima por el bebé y decidió conservarlo como si fuera su hijo.
María vino corriendo hasta donde estaba la princesa.
—¿Quieres que vaya y te busque a una de las mujeres israelitas para que te cuide al bebé? —le preguntó.
—Oh sí —contestó la princesa—. Ve, por favor.
María corrió a su casa tan rápido como pudo. Ella y su mamá vinieron rápidamente a ver a la princesa. La princesa le pidió a la mamá que lo llevara a su casa y lo criara hasta que el niño creciera. Cuando la princesa lo adoptó, le puso por nombre Moisés.
¡El bebé se había salvado! Ahora su familia ya no tendría que preocuparse ni temer que los soldados lo echaran al río. Estaban muy agradecidos a Dios porque había contestado sus oraciones. ¡Su precioso bebé estaba seguro!
—Ven —le dijo su mamá a María—, agradezcamos a Dios por salvar a nuestro bebé. Dios te cuida también, del mismo modo como cuidó a Moisés. Su ángel está contigo todo el tiempo para que estés seguro. Aun cuando no sepas que estás en peligro, Dios te ama y te protege.
Lección de Escuela Sabática para JARDÍN DE INFANTES 3er Trimestre 2023 Lección #09: «EL BEBÉ EN LA CANASTA» Colaboradores: Adriana Jiménez & Wilber Valero