“Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad”. 2 Timoteo 2:15
El bioterrorismo plantea una nueva amenaza para la sociedad norteamericana. Las muertes que ocurrieron por exposición a las esporas de ántrax, enviadas por el sistema de correos, nos mostraron nuestra vulnerabilidad ante una enfermedad que casi ni habíamos imaginado.
¿Qué pasaría si un terrorista envenenara nuestros suministros de agua o de alimentos? ¿Qué pasaría si un maníaco demente se apoderada de un avión fertilizador rociara un estadio lleno de gente? Las pestilencias que puede acarrear el aire tienen la capacidad de afectar a decenas de miles de vidas.
La herejía ocasiona una destrucción similar. Cuando las brisas cargadas de la pestilencia de la herejía soplan por en medio de la iglesia, muchos de los hijos de Dios desarrollan enfermedades espirituales mortales.
La iglesia siempre ha enfrentado la herejía. Pablo advirtió al joven Timoteo sobre “Himeneo y Fileto”, quienes desviaron de la verdad a algunos (2 Tim. 2:17). interrogó a la iglesia de Galacia: “¡Oh, gálatas insensatos! ‘Quién os fascinó para no obedecer a la verdad?” (Gál. 3:1). Pablo estaba preocupado por los judaizantes que estaban entrando en la iglesia y declaraban que la salvación se obtenía por obediencia a las leyes judaicas, no solamente por fe en Cristo. Muchos se desviaron y perdieron sus almas como resultado de sus herejías.
En su sermón maestro sobre las señales de los últimos días, Jesús declara: “Mirad que nadie os engañe. Porque vendrán muchos en mi nombre, diciendo: Yo soy el Cristo; y a muchos engañarán” (Mat. 24:4, 5). Elena de White escribió: “Se aproximan rápidamente los días cuando habrá gran perplejidad y confusión. Satanás, envuelto en vestiduras angélicas, engañaría si es posible a los mismos elegidos. Habrá muchos dioses y muchos señores. Soplara todo viento de doctrina” (Testimonies, t. 5. p. 80).
¿Cómo podemos guardarnos de ser engañados por el engañador maestro? He aquí tres principios que Dios nos ha dado:
Amar la verdad. Jesús dijo: “El que quiera hacer la voluntad de Dios, conocerá si la doctrina es de Dios, o si yo hablo por mi propia cuenta” (Juan 7.17).
Conocer la verdad. Jesús dijo: Y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres” juan 8:32). Conocer la verdad nos libera de los engaños de Satanás.
Compartir la verdad. Cuando Jesús invitó a sus discípulos, “Venid en pos de mi” “Ma. 4:19), él sabía que al seguir su voluntad y compartir su verdad ellos verían fortalecida su fe. He aquí el suero divino para vacunarnos contra la herejía. Amar la verdad, conocer la verdad y compartir la verdad. Al hacer esto permaneceremos arraigados en ella.