Como todas las ofrendas de Levítico, la ofrenda de comunión señalaba a Jesús, el Mesías venidero. Es a través de su sangre derramada en el Calvario que experimentamos la paz, no solo entre nosotros, sino también con Dios. No es de extrañar que la ofrenda de comunión en Levítico 3 requiriera de un sacrificio. Dios quería que su pueblo supiera que todo el bienestar, la paz, la unidad y la comunión son el resultado de la cruz. Dios tendrá un pueblo que no se dejará dividir por cuestiones como la raza, la cultura o la nacionalidad. Este pueblo se unirá en amor cristiano y permitirá que la cruz de Cristo haga su obra de derribar «la pared intermedia de separación» entre todos los creyentes (Efe. 2:14). Es comprensible que Pablo llamara «misterio» al mensaje de la cruz, sobre todo teniendo en cuenta lo dividido que está el mundo hoy en día.
Resulta interesante que la ofrenda de comunión ha llegado a las iglesias modernas a través del servicio de la comunión. Cada decimotercer sábado se suele dedicar a la comunión en las iglesias adventistas. Es un momento especial para que la membresía se reúna en solidaridad y comunión en torno a los símbolos del cuerpo y la sangre de Cristo. La comunión es un momento en el que la iglesia, tanto local como mundial, comparte una pequeña comida en paz y en fraternidad. Cuando miramos fijamente la cruz y observamos todo lo que Jesús hizo por nosotros —cómo se adentró en nuestra sociedad y en nuestras comunidades y, a pesar de ser víctima nuestra, nos devolvió el maltrato con una gracia y un amor sin límites—, nos sentimos convencidos e impulsados a cambiar nuestra forma de relacionarnos con los demás, incluso con los que consideramos nuestros «enemigos».
Cuando los oferentes ponían su mano sobre la ofrenda de comunión y la mataban, tenían la oportunidad de mirar hacia el futuro y ver el asombroso sacrificio que Jesús haría para reunirnos a todos en comunión (ver Efe. 2:13). Nosotros buscamos la paz y la comunión mutua gracias a la cruz y al ejemplo que nos dio nuestro Salvador. Fíjate que la Biblia no dice: «Dichosos los que mantienen la paz», sino: «Dichosos los que trabajan por la paz» (Mateo 5:9). En otras palabras, la paz y la comunión con los demás, especialmente con aquellos que forman parte del cuerpo de Cristo, requiere esfuerzo. De hecho, Mateo 5:23-24 dice que debemos dejar nuestra ofrenda en el altar (probablemente una referencia a la ofrenda de comunión) si tenemos un problema con alguien, e ir a reconciliarnos con esa persona. Al igual que Jesús, que lo dejó todo para traernos la expiación (el perdón, la paz y la justicia con Dios a través de su sangre), los cristianos debemos hacer todo lo posible para estar en paz unos con otros (Rom. 12: 18). Esto, por supuesto, no significa que todo el mundo apreciará nuestro esfuerzo o responderá de la misma manera, pero ese debe ser nuestro objetivo, tanto si es correspondido como si no.
Jesús es la ofrenda quemada, la ofrenda de cereal y la ofrenda de comunión. Él es quien lo dio todo por nosotros y fue molido y machacado como harina fina por nuestros pecados, y es la razón por la que hemos recuperado la comunión entre nosotros y con Dios. ¿Por qué debemos reconciliarnos con los demás? Porque Jesús nos reconcilió consigo mismo. ¿Por qué debemos perdonar y amar a los demás? Porque Jesús nos amó y perdonó primero. Jesús es nuestra motivación para sentarnos en una comida de comunión unos con otros. El poder emulsionante de la cruz puede hacer que nuestra unidad mutua sea permanente; no superficial, sino auténtica; no temporal, sino eterna. Jesús lo expresó maravillosamente cuando dijo: «Por su amor sabrán que son mis discípulos» (Juan 13:35, parafraseado).
Medita de nuevo en Levítico 3 y busca a Jesús en el pasaje.
¿En qué aspectos de tu vida crees que necesita manifestarse esa comunión de amor y paz?
¿Te ayuda este pasaje a ver a Jesús de una manera diferente o a redescubrirlo?
Lección de Escuela Sabática Para Jóvenes Universitarios 2023. 3er. trimestre 2023 EL LIBRO DE LEVÍTICO Lección 4 «LA COMUNIÓN» Colaboradores: Pr. Brayan R Cedillo & Magda Sanchez