Algunos sostienen que la ofrenda de grano demuestra que no hace falta que la sangre derramada de Jesús nos salve. Según ellos, los actos de bondad son suficientes para la salvación del alma. Este concepto es más popular de lo que nos imaginamos y es la filosofía central de las falsas religiones del mundo. Tal vez has oído hablar de personajes famosos que llevaron vidas moralmente corruptas y que cambiaron drásticamente cuando se hicieron mayores y fueron más conscientes de su mortalidad; celebridades que empezaron a dar generosamente a los demás e incluso a establecer organizaciones filantrópicas.
Aunque a primera vista la ofrenda de cereal pareciera implicar que el derramamiento de sangre no es necesario para la salvación y el perdón de los pecados, la realidad es que esta siempre se ofrecía junto con los demás sacrificios que sí requerían la muerte de un sustituto. Además, como se mencionó anteriormente, el vino, que Jesús dijo que era símbolo de su sangre, se ofrecía junto con la ofrenda de cereal. Sin la sangre de Jesús no puede haber salvación. Por lo tanto, la ofrenda de cereal es otra ofrenda que apunta a Jesús y está inspirada por su gracia y su asombroso sacrificio en el Calvario. No es una exaltación del intento de la humanidad por agradar a Dios, ni un medio para ganarse la salvación.
Hay muchos hoy en día que prefieren faltar a la iglesia, perdiéndose así de escuchar la Palabra de Dios predicada en el sermón o compartida durante la lección de la Escuela Sabática. Sin embargo, la iglesia es donde nuestra fe se fortalece y nuestra hambre espiritual se sacia. La Biblia advierte específicamente contra el hábito de faltar a la iglesia, especialmente a medida que nos acercamos al final de los tiempos (Heb. 10: 25). Cuando los predicadores y los maestros exaltan a Jesús, nuestra ofrenda de cereal y pan, experimentamos plenitud espiritual. Curiosamente, cuando David estaba siendo amenazado por el rey Saúl, optó por ir a la iglesia (1 Sam. 21: 1). En la ciudad de Nob, justo al noreste de Jerusalén, había un lugar donde vivían y servían 85 sacerdotes. Fue allí donde David y sus hombres comieron los 12 panes de la proposición que se colocaban en el Lugar Santo del santuario cada sábado (vers. 6). Este pan les dio la fuerza que necesitaban para soportar el viaje y escapar de su enemigo. Jesús es también nuestra fuerza. Él es nuestro pan de la proposición, nuestra ofrenda espiritual de cereal. Posiblemente has escuchado a alguien decir: «Yo no voy a la iglesia porque allí no me alimentó espiritualmente». Esto usualmente ocurre porque no se llenan de Jesús todos los días de la semana. Imagina que comieras comida física solo una vez a la semana. Independientemente de la cantidad de comida que comas o de lo buena que esté, seguirás teniendo hambre. Jesús es nuestra ofrenda de cereal no solo los sábados, sino todos los días de la semana.
Intenta poner en práctica esta máxima cada mañana: «Sin Biblia, ¡no hay desayuno!». Acostúmbrate a levantarte temprano cada mañana y alimentarte de la Palabra de Dios antes de hacer cualquier otra cosa. Toma todo lo que puedas de la Palabra de Cristo. Quizá a veces tendrás que comer rápidamente, pero otras veces saborearás y disfrutarás de su presencia y poder en tu vida, ¡especialmente los sábados! Hay quienes escuchan el Pan de Vida en su automóvil mientras van a todas partes. Si haces esto, experimentarás un tremendo crecimiento en la fe.
Medita nuevamente en Levítico 2 e identifica dónde está Jesús en el texto.
¿Qué implicaciones tiene para nuestra vida espiritual el hecho de que David haya ido al Lugar Santo por el pan de la proposición? ¿Qué mensaje debemos extraer de este relato?
¿En qué sentido puedes ver reflejado a Jesús en el texto o verlo de una manera distinta?
Lección de Escuela Sabática Para Jóvenes Universitarios 2023. 3er. trimestre 2023 EL LIBRO DE LEVÍTICO Lección 3 «CUIDAR DE LOS DEMÁS» Colaboradores: Pr. Brayan R Cedillo & Magda Sanchez