Cuando Juan el Bautista gritó: «¡Miren, ese es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo!» (Juan 1:29), estaba identificando claramente a Jesús como el sacrificio quemado. Fíjate en que Juan no dijo he aquí el becerro de Dios, el macho cabrío de Dios o la tórtola de Dios. Sus palabras apuntan a los sacrificios quemados que el sacerdote ofrecía cada mañana y cada tarde para comenzar y terminar los sacrificios diarios (Éxo. 29:39). Para estas ofrendas quemadas fundacionales, se sacrificaba un cordero.
Para cualquiera que entendiera los servicios del templo, este era un título extraordinario para atribuírselo a Jesús. Al llamar a Jesús «el Cordero», Juan no solo lo identificaba como el cumplimiento de cuatro mil años de holocaustos, sino que también destacaba el hecho de que Jesús era el fundamento de todo el servicio del templo. Él era el Alfa y la Omega de los sacrificios. Cada sacrificio quemado apuntaba a Jesús, «que quita el pecado del mundo» (Juan 1:29).
En todo el capítulo 1 de Levítico vemos a Jesús representado por el sacrificio quemado. Él entregó su vida voluntariamente, era sin pecado y sin defecto espiritual o físico (Lev. 1:3), estaba lavado y limpio por dentro y por fuera (vers. 9), y estaba completamente dedicado en su compromiso con su Padre celestial. Cargó con nuestros pecados, se identificó con nosotros y murió la muerte que nosotros debimos haber muerto (vers. 4, 5). Expió nuestros pecados, pagando con su sangre para darnos el perdón y la rectitud ante Dios (vers. 4).
Aunque el sacrificio quemado demostraba el compromiso sincero de una persona con Dios, era ante todo una demostración del compromiso de Dios con nosotros a través de su Hijo. Él lo dio todo para que nosotros pudiéramos ser reconciliados con él. Es este compromiso con nosotros lo que motiva nuestro compromiso con él. Primero reconocemos que Jesús es nuestro holocausto y luego respondemos poniéndonos sobre el altar del compromiso completo y sincero con el que amó y ama nuestra alma.
Estos son todos los aspectos de este gran sacrificio que reflejan a Jesús. Al igual que Cristo:
La ofrenda quemada era físicamente perfecta (1 Ped. 1:18-19).
Lección de Escuela Sabática Para Jóvenes Universitarios 2023. 3er. trimestre 2023 EL LIBRO DE LEVÍTICO Lección 2 «LA DEVOCIÓN» Colaboradores: Pr. Brayan R Cedillo & Magda Sanchez