«Cristo muestra que no puede haber tal cosa como la neutralidad en su servicio. El alma no se puede satisfacer con otra cosa que no sea la absoluta consagración: consagración del pensamiento, de la voz, del espíritu y de cada órgano de la mente y del cuerpo». — Elena G. de White, manuscrito 78, 1899

«Para la construcción del santuario fue necesario hacer grandes y costosos preparativos; hacía falta gran cantidad de los materiales más preciosos y caros; no obstante, el Señor únicamente aceptó ofrendas voluntarias. […] La devoción a Dios y un espíritu de sacrificio fueron los primeros requisitos para construir la morada del Altísimo. Todo el pueblo respondió unánimemente. […]

»Mientras se llevaba a cabo la construcción del santuario, el pueblo, fueran ancianos o jóvenes, adultos, mujeres o niños, continuaron trayendo sus ofrendas hasta que los encargados de la obra vieron que ya tenían lo suficiente, y aún más de lo que podrían usar». — Elena G. de White, Patriarcas y profetas, cap. 30, p. 314

«El sistema de sacrificios confiado a Adán fue también pervertido por sus descendientes. La superstición, la idolatría, la crueldad y el libertinaje corrompieron el sencillo y significativo servicio que Dios había establecido. A través de su larga relación con los idólatras, el pueblo de Israel había mezclado muchas costumbres paganas con su culto; por consiguiente, en el Sinaí el Señor le dio instrucciones definidas tocante al servicio de los sacrificios». — Ibid., cap. 32, p. 355.

Después de estudiar el pasaje de esta semana, ¿de qué te convenció a nivel personal?

¿Qué implicaciones prácticas sientes que tiene en tu vida?

Repasa el versículo de memoria. ¿De qué manera se relaciona