“Por la fe dejó a Egipto, no temiendo la ira del rey: porque se sostuvo como viendo al invisible”. Hebreos 11:27
Moisés es la figura prominente del Antiguo Testamento. Por naturaleza tímido y humilde, buscó permanecer al margen. Pero cuando el Señor lo llamó a rescatar a los israelitas de la esclavitud egipcia, este hombre de fe reveló el valor, la tenacidad y la convicción moral de un verdadero héroe. Aunque más de una vez Moisés reveló sus grandes flaquezas, fue el gran líder espiritual de su pueblo.
Moisés pudo morir en su infancia. Al sentirse amenazado por el númerocreciente de israelitas en Egipto, el faraón emitió un decreto para matar a todos los niños hebreos recién nacidos. La madre de Moisés lo escondió, luego lo colocó en una cesta de juncos “y lo puso a la orilla del río” (Exo. 2.3). Providencialmente, la hija del faraón descubrió al niño que lloraba. La hermana de Moisés, María, quién vigilaba al niño a la distancia, ofreció la asistencia de su madre para criar a Moisés.
La madre de Moisés lo crió durante sus primeros doce años. Luego fue educado en la escuela del palacio real del faraón. Podemos suponer que Moisés tuvo la mejor educación académica. lectura, escritura, historia, geografía, ciencias políticas, administración, liderazgo y entrenamiento militar. Estas lecciones le fueron útiles cuando más tarde sacó a los israelitas de Egipto.
Dios transformó la maldición del decreto de muerte del faraón en una bendición. El mismo decreto que el faraón emitió para destruir a Israel, Dios lo usó para educar a Moisés a fin de que pudiera liberar a Israel. Un decreto de muerte contribuyó a la vida. Dios usó un instrumento de esclavitud para establecer la libertad. Dios tornó la derrota en victoria a través de un hombre fiel, humilde y santo.
Dios transforma las maldiciones en bendiciones. Él tomó la cruz, un instrumento de crueldad, sufrimiento y muerte, y la tornó en salvación. Jesús nos libra de la maldición de la muerte. Todo lo que Satanás lanza en su contra, Jesús lo transforma en una bendición,
Moisés prefigura a Cristo. En el Nuevo Testamento Jesús es el Moisés de su pueblo. Él es el Libertador, el poderoso Conquistador que nos llevará a la victoria. No importa qué dificultades esté enfrentando hoy, Jesús es aún el poderoso Libertador. Él aún transforma las maldiciones en bendiciones. Él aún transforma las derrotas en victorias. Él aún nos libera de la esclavitud. Él aún nos hace triunfar.