“Daniel propuso en su corazón no contaminarse”. Daniel 1:8
La historia de Daniel abarca dos imperios mundiales. Comienza cuando el rey de Babilonia, Nabucodonosor, tomó cautivos de entre los judíos de Jerusalén y los llevó al exilio en el 605 a.C. Seextiende a los días de Ciro bajo el imperio persa. La vida de Daniel demuestra que la fidelidad a Dios puede conducir al éxito, aun bajo las circunstancias más adversas.
Como cautivo en una tierra extranjera, Daniel determinó en su juventud serle fiel a Dios. Cuando tuvo que asistir al lujoso salón de banquetes del rey de Babilonia, rehusó adorar a los ídolos del rey, a beber de su vino, y a comer de sus viandas impuras. Sin embargo, lo hizo con tal tacto que eventualmente se ganó el corazón de sus captores.
La integridad de Daniel continuó a través de toda su vida. Ya octogenario, se enfrentó a su prueba más grande. Sus colegas complotaron en su contra. Ellos con astucia influyeron ante el rey para que emitiera un decreto que prohibiera adorar a ningún otro dios, salvo al rey, durante 30 días. Daniel no podía cumplir con ello. El precio de la desobediencia era muy alto.
El profeta no tomó su decisión basada en las consecuencias de sus acciones. Lo hizo basado en su fidelidad a la Palabra de Dios. Si él hubiera considerado las consecuencias —la muerte en la cueva de los leones—, hubiera cedido. No es algo grato pensar en ser despedazado miembro por miembro por leones feroces y sanguinarios. Somos propensos a ceder cuando las consecuencias se tornan en la fuerza motora para tomar una decisión. Uno de los entrenadores más exitosos de la historia del fútbol americano profesional fue Vince Lombardi, de los Empacadores de Green Bay. Un reportero le preguntó: “¿Por qué su equipo es tan notablemente diferente?
¿Por qué se esfuerza tanto en el campo de juego?” Los jugadores respondieron: “No jugamos para las masas que están en las bancas o los millones que ven el juego por televisión. No nos preocupa mayormente lo que dicen los medios de comunicación. Jugamos por un solo motivo: los ojos del entrenador. Cuando revisamos la filmación el lunes de mañana queremos estar seguros de que Lombardi quedó satisfecho”.
Daniel no jugó para la muchedumbre. celestial. Él jugó para “los ojos del Padre”.
Él vivió para agradar a su Padre.
Cuando se muestra la filmación de la vida, lo que va contar realmente es una vida que se haya vivido para agradar s Dios. Todos los grandes héroes de la fe vivieron con un propósito. Ellos estaban más allá de la muchedumbre, vieron la vida desde una perspectiva diferente. No vivieron para agradarse a sí mismos o a los demás, el principal de su vida fue agradar a Dios. Al tomar esta decisión fundamental, Daniel vivió una vida centrada en Dios. La fórmula de Dios para una paz verdadera y un éxito duradero es la misma hoy.