[Incluso] un mal rasgo de carácter, un deseo pecaminoso acariciado, con el tiempo neutralizan todo el poder del evangelio. El predominio de un deseo pecaminoso demuestra el engaño del alma. La complacencia de este deseo refuerza la aversión del alma hacia Dios. Los rigores del deber y los placeres del pecado son las cuerdas con las que Satanás ata a los hombres en sus trampas. Los que estén dispuestos a morir antes que cometer un mal acto, son los únicos que serán hallados fieles …
El testimonio que os da el Espíritu de Dios es el siguiente: No parlamentéis con el enemigo. Destruid las espinas o ellas os destruirán a vosotros. Preparad el terreno del corazón. Permitid que la obra sea profunda y cabal. Dejad que la reja del arado de la verdad arranque la maleza y los abrojos (Testimonios para la iglesia, t. 5, pp. 50, 51 ).
El pobre publicano … sentía su necesidad, y con su carga de pecado y vergüenza se presentó a Dios e imploró su misericordia. Su corazón estaba abierto para que el Espíritu de Dios hiciese en él su obra de gracia y le libertase del poder del pecado. La oración jactanciosa y presuntuosa del fariseo demostró que su corazón estaba cerrado a la influencia del Espíritu Santo. Por estar lejos de Dios, no tenía idea de su propia corrupción, que contrastaba con la perfección de la santidad divina. No sentía necesidad alguna y nada recibió.
Si percibís vuestra condición pecaminosa, no aguardéis hasta haceros mejores a vosotros mismos … ¿Esperáis haceros mejores por vuestros propios esfuerzos? «¿Mudará el negro su pellejo, y el leopardo sus manchas? Así también podréis vosotros hacer bien, estando habituados a hacer mal». Jeremías 13:23. Únicamente en Dios hay ayuda para nosotros. No debemos permanecer en espera de persuasiones más fuertes, de mejores oportunidades, o de tener un carácter más santo. Nada podemos hacer por nosotros mismos. Debemos ir a Cristo tales como somos (El camino a Cristo, pp. 30, 31).
El Señor Jesús… está realizando transformaciones tan sorprendentes que Satanás… se detiene para mirarla como una fortaleza inexpugnable ante sus sofismas y engaños. Son para él un misterio incomprensible. Los ángeles de Dios… contemplan con asombro y gozo cómo hombres caídos, una vez hijos de la ira, están desarrollando por la enseñanza de Cristo, caracteres a la semejanza divina, para ser hijos e hijas de Dios…
El don de su Espíritu Santo, rico, completo y abundante, ha de ser para su iglesia como un muro de fuego que la circunde, contra el cual no prevalezcan las potencias del infierno (En los lugares celestiales, p. 284).
Notas de Elena G. White para la Escuela Sabática 2023.
3er. Trimestre 2023 «EFESIOS»
Lección 4: «CÓMO NOS RESCATA DIOS»
Colaboradores: Ana Hironymus & Esther Jiménez