«Sea la luz de Jehová nuestro Dios sobre nosotros». Salmo 90:17
DIOS QUIERE QUE lo dejemos dirigirnos, para que seamos cristianos agradables. El Señor podará los hábitos de carácter naturales y heredados. Contemplemos fijamente a Jesús para captar su espíritu y adquirir las cualidades de su carácter. Así, los que nos rodean reconocerán que hemos aprendido de Cristo su humildad, su afecto, su ternura y su compasión. No nos sintamos satisfechos hasta que tengamos un espíritu amoroso y agradable. Nuestras palabras pueden proceder del buen tesoro del corazón para fortalecer, ayudar, bendecir y ganar a los que nos rodean. […] Los demás perciben nuestro espíritu. Las semillas que sembramos llevarán una cosecha de bondad, paciencia, benevolencia y amor, o todo lo contrario. […]
Muchísimos, necesitan ablandarse. Mantengámonos firmes en nuestros principios, fieles a Dios, sin manifestar rasgos de carácter duros y faltos de cordialidad. Dios no quiere que incurramos en el desprecio de los demás al manifestar una disposición como una bola de masilla, sino que seamos firmes como la roca en nuestros principios, teniendo sin embargo una sana serenidad. Vivamos como el Maestro, llenos de gracia y verdad. Jesús era incorruptible, sin contaminación. Sin embargo, en su vida se mezclaban la delicadeza, la humildad, la benignidad, la compasión y el amor. Los más pobres no temían aproximarse a él, ni ser rechazados. Cada cristiano debe esforzarse por ser lo que era Cristo. Él es nuestro Modelo de compasión y santidad de carácter. […]
Todos debemos aprender de Cristo lo que significa ser cristianos. Aprendamos de él cómo combinar la firmeza, la justicia, la pureza y la integridad con la cortesía abnegada y la bondadosa conmiseración. Así el carácter se torna amante y atractivo. La hermosura de la santidad desarma a los burladores. […]
El corazón debe recibir la corriente divina y dejar que fluya en ricos arroyos de misericordia y gracia a otros corazones. Todos los que ganan almas para Cristo deben ser atrayentes. — Carta 53, 1895.