“Dame, pues, ahora este monte, del cual habló Jehová en aquel día”. Josué 14:12
Todd Huston es un joven increíble. Todd fijó el récord mundial de haber escalado el pico más alto en cada uno de los Estados Unidos. El récord anterior fue de 101 días. Todd rompió ese récord al completar por sí solo sus 50 ascensos en 66 días, 22 horas y 47 minutos.
Su ascenso más difícil fue al monte McKinley en Alaska. El monte McKinley se eleva en la cadena de montañas de Alaska, a más de 6.000 metros, el punto más alto en Norteamérica. Su cima entrecortada está a 3,5 grados sur del círculo ártico. La montaña está perpetuamente cubierta de una nube de nieve y hielo. Los alpinistas que han intentado el ascenso saben que los cambios de la montaña son caprichosos e implacables.
Uno de las pruebas más grandes que tuvo Todd fue cuando se encontró con un grupo de alpinistas que bajaban del monte McKinley. “¿Cómo está allá arriba hoy?», preguntó Todd. Uno de los hombres sacudió su cabeza. “Tormentas y vientos fuertes. Estuvimos tres días atrapados en el paso Denali».
Todd Hustontuvo que tomar una decisión. ¿Lo intentaría? ¿Sortearía ese tremendo obstáculo con una sola pierna? Es que Todd perdió una pierna en un accidente de esquí acuático cuando tenía 14 años.
La fe y el valor de Todd lo impulsaron a seguir.
Hace algún tiempo entrevisté a Todd en el programa de televisión It Is Written (Escrito Está). Le pregunté cómo pudo conquistar las montañas que escaló, y no solamente las montañas físicas sino también las montañas del desánimo y la desilusión. La contestación de Todd fue derecho al grano.
“Si te fijas en tu aflicción o en tu enfermedad y te enfocas en eso, vas a vivir alrededor de ello, me dijo. Pero, si te enfocas en el Señor, él va a hacer que tú lo logres».
A los 85 años, Caleb rehusó escuchar a los que dudaban a su alrededor. Les instó a los israelitas a tomar la tierra prometida. “Dame, pues, ahora este monte”, clamó (Jos. 14:12). “Y trae a los gigantes. Muéstrame las ciudades fortificadas.El Señor y yo las conquistaremos”.
Elena de White escribió: “Los incrédulos habían visto sus temores cumplidos. No obstante la promesa de Dios, habían dicho que era imposible heredar la tierra de Canaán, y no la poseyeron. Pero los que confiaron en Dios y no consideraron tanto las dificultades que se habían de encontrar como la fuerza de su Ayudador todopoderoso, entraron en la buena tierra”. (Patriarcas y Profetas, pp. 548, 549).
Con Dios, usted también puede conquistar las montañas, que hay delante suyo. Al igual que Caleb y Josué, clame hoy: “Oh Dios, dame esa montaña “, y siga adelante por fe.