Hemos de soportarnos unos a otros y no exagerar nuestros errores. Tengamos compasión por quienes la necesitan, y establezcamos con ellos una diferencia; a otros salvémoslos con temor, sacándolos de en medio del fuego. No todos pueden soportar la misma rígida disciplina. No todos pueden ser sometidos a las ideas que los demás tienen acerca del deber. Hay que dar lugar a las diferencias de temperamento y mentalidad. Dios sabe cómo tratar con nosotros. Pero mi corazón se ha condolido al ver cómo trata un hermano a otro hermano, y la disposición a sorprenderlo en sus palabras, y a convertir a un hombre en ofensor sobre la base de una sola palabra […].
Es ya tiempo de que todos actuemos, y no nos detengamos a medir la parte de equivocación que hay en los demás, sino a escudriñar nuestro propio corazón, confesar nuestros propios errores, y dejar a nuestros hermanos en las manos del Señor. Tenemos que responder solo por nuestros errores; y mientras vigilamos estrechamente para eliminar las malezas del jardín de nuestro hermano, las venenosas están creciendo fuertes y a su gusto en nuestro propio jardín. Que cada uno trabaje para guardar su propia alma, y para tener una disposición feliz, alegre y tolerante en la casa, y todo saldrá bien. —Carta 12, 1863.
No todos piensan lo mismo
Se necesita servir con todo el corazón al tratar con las mentes. Recordémoslo. A menudo nos sentimos tentados a criticar a un hombre que ocupa una elevada posición de responsabilidad, porque no hace las cosas como nosotros creemos que debería hacerlas. Pero el que tiene tantas responsabilidades no necesita la crítica de sus colaboradores; necesita recibir ánimo de ellos, necesita su tolerancia, su paciencia y sus oraciones. Necesita la presencia de Cristo en su vida; porque no siempre dispone de hombres sabios y sin prejuicios para que lo aconsejen. En la confusión de las muchas responsabilidades y de los numerosos pedidos de ayuda, puede cometer errores. Entre las decenas de pedidos de auxilio, puede parecer que su caso ha sido dejado a un lado. Recuerde entonces las pesadas responsabilidades que han sido puestas sobre aquel que usted piensa que no ha cumplido su deber. Recuerde que puede resultarle imposible acceder a su pedido. Tal vez sea un gran error concedérselo. —Carta 169, 1904.
MENTE CARÁCTER Y PERSONALIDAD TOMO #2 SECCIÓN #13: LA PERSONALIDAD Capítulo 69 : EL RECHAZO Por: Elena G De White Colaboradores: Liseth Orduz & América Lara