Algunos magnifican muchísimo las aparentes dificultades, y entonces comienzan a tenerse lástima y a dar lugar al desaliento. Estos necesitan que se produzca en ellos un cambio total. Necesitan disciplinarse, hacer un esfuerzo y vencer todo sentimiento pueril. Deben decidirse a no malgastar la vida en nimiedades […]. Todos han, de tener un propósito, un objetivo en la vida. Deben ceñir los lomos de la mente y educar los pensamientos para que se concentraran en el punto, como la brújula al polo. La mente debe transcurrir por los canales adecuados, de acuerdo con planes bien delineados. Entonces cada paso sería hacia adelante […]. El éxito o el fracaso en esta vida dependen mucho de la manera como se disciplinan los pensamientos.—The Review and Herald, 6 de abril de 1886.
No hay razón para desesperar
Nadie tiene por qué entregarse al desaliento ni a la desesperación. Puede Satanás presentarse a ti, insinuándote despiadadamente: “Tu caso es desesperado. No tienes redención”. Hay sin embargo esperanza en Cristo para ti. Dios no nos exige que venzamos con nuestras propias fuerzas. Nos invita a que nos pongamos muy junto a él. Cualesquiera sean las dificultades que nos abrumen y que opriman alma y cuerpo, Dios aguarda para libertarnos.—El Ministerio de Curación, 192 (1905).
Cuidado con tenerse lástima
Necesitamos desconfiar de la compasión propia. Jamás se permitan sentir que no se les aprecia debidamente ni se tienen en cuenta sus esfuerzos, o que su trabajo es demasiado difícil. Toda murmuración sea acallada por el recuerdo de lo que Cristo sufrió por nosotros. Recibimos mejor trato que el que recibió nuestro Señor.—El Ministerio de Curación, 378 (1905).
La autoconmiseración deteriora los caracteres de los que albergan esos sentimientos, y ejerce una influencia que malogra la felicidad de los demás.—Manuscrito 27, 1902; Medical Ministry, 177.
MENTE CARÁCTER Y PERSONALIDAD TOMO #2 SECCIÓN #13: LA PERSONALIDAD Capítulo 69 : EL RECHAZO Por: Elena G De White Colaboradores: Liseth Orduz & América Lar