«Antes de darte la vida, ya te había yo escogido; antes de que nacieras, ya te había yo apartado; te había destinado a ser profeta de las naciones» (Jeremías 1:5).
Él tenía muchas razones para estar desanimado. Dios lo había llamado a una misión difícil: advertir al pueblo sobre la invasión de los babilonios a Jerusalén. Ellos destruirían la ciudad y derribarían el Templo. Por causa de este mensaje, fue perseguido, arrestado, golpeado, e incluso arrojado a un pozo lleno de lodo. ¿Has descubierto de quién estamos hablando? Tienes razón si pensaste en Jeremías. Fue llamado por Dios cuando aún era muy joven (lee el capítulo 1 del libro de Jeremías para saber más).
Este profeta es un ejemplo de superación que debemos imitar. Las dificultades nunca le impidieron seguir adelante. Sigue el ejemplo del valiente Jeremías y nunca pienses que los problemas pueden vencerte.
«¿Tienes un problema?»
Sí – ¿Puedes resolverlo?
– Sí – Pero si lo necesitas, Dios puede ayudar.
– No – Entonces, deja que Dios lo resuelva por ti.
No – Pero si llegara a surgir, no te olvides de que Dios está siempre contigo.