El amor jamás dejará de existir. En cambio, las profecías se acabarán, las lenguas dejarán de hablarse, y el conocimiento llegará a su fin. (1 Corintios 13:8, RVC).
Vivimos en una época en la que todos hemos perdido algo. Millones han perdido el trabajo, la salud, su casa, su automóvil… Y lo que es peor: millones han perdido la vida. La pandemia nos ha demostrado que no somos dueños de nada, que la solidez de nuestro mundo no era más que un engañoso espejismo. Me he preguntado si perder, tener menos, era lo que realmente necesitaba una sociedad que ha endiosado la codicia. Después de todo, constituye un hecho incuestionable que tener más no siempre conlleva ser más felices. De acuerdo con un artículo de Arthur C. Brooks, los estadounidenses de la época inmediatamente anterior a la pandemia:
Vivían en una casa mucho más grande que la que tenían en 1973.
Tenían más acceso a Internet que nunca.
Ganaban más por su trabajo.
Sin embargo, sus índices de depresión y suicidio eran más elevados que nunca
Brooks comenta: «En medio de los avances en la calidad de vida, los niveles de felicidad han disminuido». La gente ha sabido acumular más cosas, pero es menos feliz. Al darnos cuenta del efímero valor de lo terrenal, las circunstancias actuales podrían ayudarnos, como ninguna otra cosa, a encaminar nuestras pisadas hacia la consecución de un ingrediente que sí contribuye a que seamos verdaderamente felices: el amor. Al fin y al cabo, como leemos en El principito: “Lo esencial es invisible a los ojos”.
Brooks hace mención a un estudio longitudinal llevado a cabo por George Vaillant en la Universidad de Harvard. Durante setenta y dos años, se dio seguimiento a casi trescientas personas que entraron en dicha institución en la década de 1930. El proyecto procuraba averiguar quiénes serían más exitosos y felices. Vaillant resumió en una frase el secreto de los que tenían mayores niveles de felicidad: “La felicidad es el amor”.
En un tiempo cuando se ha disipado lo que creíamos que era indestructible, las palabras del apóstol Pablo nos recuerdan qué es lo esencial:
“Tres cosa, hay que son permanentes: la fe, la esperanza y el amor: pero la más importante de las tres es el amor” (1 Corintios 13:13, DHH). El amor es el ingrediente indispensable para darle color a un panorama sombrío; aunque todo pasará, “el amor jamás dejará de existir» (1 Corintios 13:8, RVC).
Tomado de: Lecturas Devocionales para Adultos 2023 «YO ESTOY CONTIGO» Promesas Bíblicas para vivir confiado Por: VLADIMIR POLANCO Colaboradores: Silvia García & Alexandra Pérez