“Canten al Señor, que se ha coronado de triunfo” (Éxodo 15:21).
Mensaje: Sé que Jesús ama y cuida a sus hijos.
¿Lo sabias?
Un tamboril era un tambor de mano, hecho de un aro de madera y pieles. Hacía un sonido como “tom, tom, tom”.
Éxodo 15; Salmo 106:1-12; Patriarcas y profetas, cap. 25.
¿Has tenido miedo o te has asustado alguna vez y no sabías qué hacer? Así es como se sintieron los hijos de Israel al comienzo de nuestra historia. Léela para que descubras cómo su temor se convirtió en alegría.
Los israelitas estaban atrapados y tenían miedo. El faraón y su ejército venían detrás. Enfrente tenían el Mar Rojo. Creían que se iban a ahogar, o que los egipcios se los llevarían nuevamente a Egipto como esclavos.
Al acampar junto al Mar Rojo, la columna de nube que les había estado señalando el camino, se colocó tras ellos. Durante toda la noche, una parte de la nube mantuvo en oscuridad al ejército del faraón. El otro lado de la nube parecía de fuego e iluminaba a los israelitas. El ejército del faraón no podía acercárseles.
El Señor le dijo a Moisés que extendiera su mano sobre el mar. Durante toda la noche Dios envió un viento que sopló sobre el mar. El viento hizo que las aguas del mar se dividieran. Cuando ya casi amanecía el nuevo día, los israelitas caminaron a través del mar. Había muros de agua detenida a su derecha y a su izquierda, pero el sendero por donde caminaban en medio del mar, estaba seco.
El ejército del faraón siguió a los israelitas dentro del mar. Pero el Señor los hizo sentir pánico. De pronto, los carros de guerra no podían moverse.
—¡Dios está con los israelitas! —gritaban asustados!—. ¡Alejémonos de ellos! Pero no pudieron hacerlo.
Nuevamente le dijo Dios a Moisés:
—Extiende tu mano sobre el mar.
Entonces se derrumbaron las paredes de agua y se ahogó todo el ejército del faraón.
Cuando los israelitas vieron esto, no podían creer lo que veían sus ojos. ¡Se sentían tan aliviados y felices! Todos comenzaron a cantar y alabar a Dios. Su canto relataba la forma en que Dios los había salvado del ejército de faraón. Vamos a “cantarlo” juntos.
“Cantaré al Señor que se ha coronado de triunfo, arrojando al mar caballos y jinetes […] El Señor es mi fuerza y mi cántico; él es mi salvación. Él es mi Dios y lo alabaré.
El Señor es un guerrero, su nombre es el SEÑOR. ‘Iré tras ellos y les daré alcance’, alardeaba el enemigo […]. Pero con un soplo tuyo se los tragó el mar. Se hundieron como plomo en las aguas turbulentas. ¿Quién, Señor, se te compara entre los dioses? ¿Quién se te compara en grandeza y santidad? Tú, hacedor de maravillas […].
Por tu gran amor guías al pueblo que has rescatado. Por tu fuerza los llevas a tu santa morada. Tú los harás entrar, y los plantarás en el monte que te pertenece; en el lugar donde tú, Señor, habitas; en el santuario que tú, Señor, te hiciste. ¡El Señor reina por siempre y para siempre!” (Éxodo 15, versículos escogidos).
María, la hermana de Aarón y Moisés, estaba tan feliz, que tomó su pandero y comenzó a danzar y cantar. El resto de las mujeres tomaron también sus panderos y danzaron y cantaron con ella. María cantaba:
“Canten al Señor, que se ha coronado de triunfo arrojando al mar caballos y jinetes” (Éxodo 15:21).
Moisés, María y los israelitas cantaban acerca de dos cosas al mismo tiempo. Cantaban acerca de haber sido salvados mientras cruzaban el Mar Rojo. También cantaban acerca del futuro, cuando Dios salvará a sus hijos y los llevará al cielo. Todos podemos cantar ese canto. También nosotros podemos celebrar. Dios ha ayudado a sus hijos a través de los años, nos sigue ayudando hoy y nos seguirá ayudando en el futuro.