La intemperancia comienza en nuestras mesas con el consumo de alimentos malsanos. Después de un tiempo, por la complacencia continua del apetito, los órganos digestivos se debilitan y el alimento ingerido no satisface. Se establecen condiciones malsanas y se anhela ingerir alimentos más estimulantes. El té, el café y la carne producen un efecto inmediato. Bajo la influencia de estos venenos, el sistema nervioso se descontrola y, en algunos casos, el intelecto parece vigorizado momentáneamente y la imaginación resulta más impresionante. —Joyas de los Testimonios 1:417, 418 (1875).
Los efectos del té, el café y otras bebidas populares
El té estimula y hasta cierto punto embriaga. Lo mismo hacen el café y muchas otras bebidas populares. El primer efecto es agradable. Se estimulan los nervios del estómago, y esta estimulación se transmite al cerebro, que, a su vez acelera la actividad del corazón y da al organismo cierta energía pasajera. No se hace caso del cansancio. La fuerza parece haber aumentado, la inteligencia se despierta y la imaginación se aviva. —El Ministerio de Curación, 250, 251 (1905).
Los reavivamientos populares y la imaginación
Los reavivamientos populares son provocados demasiado a menudo por llamamientos a la imaginación, que despiertan las emociones y satisfacen la inclinación por lo nuevo y extraordinario. Los conversos ganados de este modo manifiestan poco deseo de escuchar la verdad bíblica, y poco interés en el testimonio de los profetas y apóstoles. El servicio religioso que no revista un carácter un tanto sensacional no tiene atractivo para ellos. Un mensaje que apele a la fría razón no despierta eco alguno en ellos. No tienen en cuenta las claras amonestaciones de la Palabra de Dios que se refieren directamente a sus intereses eternos. —Seguridad y Paz en el Conflicto de los Siglos, 516 (1888).
MENTE CARÁCTER Y PERSONALIDAD TOMO #2 SECCIÓN #12: LA TRANSFORMACIÓN DEL TEMPERAMENTO Capítulo 63: LA IMAGINACIÓN Por: Elena G De White Colaboradores: Liseth Orduz & América Lara