Aunque nuestras palabras siempre deben ser amables y tiernas, nunca hemos de decir nada que convenza al malhechor de que Dios no pone objeciones a su camino. Este tipo de idea es terrenal y engañosa. No se da licencia para manifestaciones de afecto indebidas, para una emoción sentimental. Los que obran mal necesitan consejo y reprensión, y a veces tienen que ser duramente amonestados.— Manuscrito 17, 1899.
Lo que revelan las palabras
Usted nunca podrá ser demasiado cuidadoso con lo que dice, porque las palabras que pronuncia ponen de manifiesto qué poder está controlando su mente y su corazón. Si Cristo gobierna su corazón, sus palabras manifestarán la pureza, la belleza y la fragancia de un carácter modelado y conformado según su voluntad. Pero desde que cayó, Satanás ha sido acusador de los hermanos, y usted debe ponerse en guardia, no sea que manifieste ese mismo espíritu.—Carta 69, 1896.
La repetición es necesaria
No esperen, cuando hayan tratado un tema una vez, que sus oyentes retendrán todo lo que ustedes han presentado. Existe el peligro de pasar demasiado rápido de un punto a otro. Dense lecciones cortas, en lenguaje claro y sencillo, y repítanse a menudo. Los sermones cortos serán recordados mucho mejor que los largos. Nuestros oradores necesitan recordar que los temas que presentan pueden ser nuevos para algunos de sus oyentes; por lo tanto, conviene repasar a menudo los principales puntos.—Obreros Evangélicos, 177 (1915).
MENTE CARÁCTER Y PERSONALIDAD TOMO #2 SECCIÓN #12: LA TRANSFORMACIÓN DEL TEMPERAMENTO Capítulo 62: LA COMUNICACIÓN Por: Elena G De White Colaboradores: Liseth Orduz & América Lara