Devocional Vespertino 2023 Para el: 14 marzo
«Esta esperanza es como un ancla firme y segura para nuestra alma y penetra hasta la presencia misma de Dios. Allí Cristo entró por nosotros como precursor, convertido ya en sumo sacerdote eterno, de la misma clase de Melquisedec». Hebreos 6:19,-20, NBV
DELANTE DE NOSOTROS ha sido colocada la esperanza, la esperanza de la vida eterna. Nada menos que eso satisfará a nuestro Redentor; pero depende de nosotros aferrarnos a esa esperanza por fe en Aquel que ha prometido. Quizá tendremos que sufrir; pero los que son partícipes con él en sus sufrimientos, participarán con él en su gloria. Él ya compró el perdón y la inmortalidad para los seres humanos pecadores que perecen, pero depende de nosotros el recibir esos dones por fe. Cuando creemos en él, tenemos esta esperanza como un ancla del alma, segura y firme. Debemos comprender que podemos esperar confiadamente el favor de Dios, no solo en este mundo, sino en el mundo celestial, ya que él pagó tal precio por nuestra salvación. La fe en la expiación e intercesión de Cristo nos mantendrá firmes e inconmovibles en medio de las tentaciones que oprimen a la iglesia militante. Contemplemos la gloriosa esperanza que es puesta ante nosotros, y aferrémonos a ella por fe. […]
No ganamos el cielo por nuestros méritos, sino por los méritos de Cristo. […] No debemos fundamentar nuestra esperanza en nosotros mismos, sino en Aquel que entró dentro del velo. Hablemos sobre la bendita esperanza, y de la aparición gloriosa de nuestro Señor Jesucristo.
Es cierto que estamos expuestos a grandes peligros morales; es cierto que estamos en peligro de ser corrompidos. Pero este peligro sólo nos amenaza si confiamos en el yo y no miramos más arriba de nuestros propios esfuerzos humanos. De esta forma, provocaremos el naufragio de la fe.— The Review and Herald, 9 de junio de 1896.
En Cristo se fundamenta nuestra esperanza de vida eterna. […] Nuestra esperanza es un ancla para el alma, segura y firme, cuando entra dentro del velo, pues el alma sacudida por la tempestad se convierte en partícipe de la naturaleza divina. Está anclada en Cristo. En medio de los elementos furiosos de la tentación, no será conducida a las rocas ni arrastrada al remolino. Su barco superará la tormenta.— Carta 100, 1895.
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Devocional Vespertino Para 2023.
«A FIN DE CONOCERLE»
Por: ELENA G. DE WHITE
Colaboradores: Ruben D. Salazar & Miguel Miguel
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