«Jesús se dirigió otra vez a la gente, diciendo: «Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, tendrá la luz que le da vida, y nunca andará en la oscuridad»». Juan 8:12, DHH
JESÚS DE NAZARET se declaró a sí mismo la Luz del mundo. ¿Qué pensamos nosotros de él? ¿Qué posición ocupa entre los maestros religiosos del mundo? Centenares, sí, millares de seres humanos son reconocidos como grandes pensadores, personas que especularon, que publicaron sus teorías y encantaron a muchos con sus resultados intelectuales y morales. Estas así llamadas grandes personalidades, que han dejado al mundo los productos de su intelecto, han sido catalogadas como las personas más sabias que el mundo ha conocido. Pero no se pueden comparar con Cristo. Hubo una revelación antes de que surgieran las creaciones humanas. Su conocimiento finito no es sino el resultado de contemplar las cosas admirables que han estado brillando en nuestro mundo, contenidas en las enseñanzas de Cristo, el más grande de todos los maestros. Todas las grandes ideas que los seres humanos hayan podido elucubrar, han venido mediante Cristo. Cada excelente gema del pensamiento, cada destello intelectual, es una revelación de la Luz del mundo. […]
Cristo declara abiertamente: «Yo soy la luz del mundo». Él fue, en su vida y enseñanza, el evangelio, el fundamento de toda pura doctrina. Así como el sol se compara con las lumbreras menores del cielo, Cristo, la Fuente de toda luz, se comparó con los maestros de sus días. Estuvo delante de todos ellos y, resplandeciendo con el brillo del sol, esparció sus penetrantes rayos de alegría por todo el mundo. […]
Medidos por las mentes finitas, muchos seres humanos son llamados instruidos y grandes; pero con toda su decantada sabiduría, su ciencia y conocimiento, no pueden conocer a Dios y a Jesús a quien el ha enviado. […] Nadie que jamás haya vivido o que vivirá alguna vez, puede pretender ser el guía infalible, el supremo revelador de la verdad. Los seres humanos pueden procurar alcanzar la más alta norma de sabiduría, pero hay «un Maestro que ha venido de parte de Dios» (Juan 3: 2, NVI), que es más alto que ellos. Ningún maestro humano lo puede igualar.— The Youth’s Instructor, 16 de septiembre de 1897.