Y yo Juan vi la santa ciudad, la nueva Jerusalén, descender del cielo, de Dios, dispuesta como una esposa ataviada para su marido. Apocalipsis 21 :2.
Allí está la nueva Jerusalén, la metrópoli de la nueva tierra glorificada, «corona de hermosura en la mano de Jehová, y una diadema real en la mano de nuestro Dios». Isaías 62:3. «Su luz era semejante a una piedra preciosísima, como piedra de jaspe, transparente como el cristal». Apocalipsis 21: 11… «¡ He aquí el tabernáculo de Dios está con los hombres, y él habitará con ellos, y ellos serán pueblos suyos, y el mismo Dios con ellos estará, como Dios suyo!» Apocalipsis 21 :3.
«No necesitan luz de lámpara, ni luz del sol; porque el Señor Dios los alumbrará». Apocalipsis 22:5. La luz del sol será sobrepujada por un brillo que sin deslumbrar la vista excederá sin medida la claridad de nuestro mediodía. La gloria de Dios y del Cordero inunda la ciudad santa con una luz que nunca se desvanece. Los redimidos andan en la luz gloriosa de un día eterno que no necesita sol (God’s Amazing Grace, p. 369; parcialmente en La maravillosa gracia de Dios, p. 369).
Cristo ha sido para estos fieles seguidores un compañero de cada día, un amigo familiar. Han vivido en una estrecha y constante comunión con Dios. Sobre ellos apareció la gloria del Señor. En ellos se ha reflejado la luz del conocimiento de la gloria de Dios en el rostro de Jesucristo. Ahora se gozan en los no empañados rayos del resplandor de la gloria del Rey en su majestad. Están preparados para la comunión del cielo, porque tienen el cielo en sus corazones…
Un poco más, y veremos al Rey en su hermosura. Un poco más, y él enjugará toda lágrima de nuestros ojos… Entonces innumerables voces entonarán el himno: «He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y él morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios». Apocalipsis 21 :3 (La maravillosa gracia de Dios, p. 358).
Mientras la vida es la heredad de los justos, la muerte es la porción de los impíos. Moisés declaró a Israel: «Mira, yo he puesto delante de ti hoy la vida y el bien, la muerte y el mal». Deuteronomio 30:15. La muerte de la cual se habla en este pasaje no es aquella a la que fue condenado Adán, pues toda la humanidad sufre la penalidad de su transgresión. Es «la muerte segunda», puesta en contraste con la vida eterna.
A consecuencia del pecado de Adán, la muerte pasó a toda la raza humana. Todos descienden igualmente a la tumba. Y debido a las disposiciones del plan de salvación, todos saldrán de los sepulcros. «Ha de haber resurrección de los muertos, así de justos como de injustos». Hechos 24:15. «Porque así como en Adán todos mueren, así también en Cristo todos serán vivificados». 1 Corintios 15:22. Pero queda sentada una distinción entre las dos clases que serán resucitadas. »Todos los que están en los sepulcros oirán su voz [del Hijo del hombre]; y los que hicieron bien, saldrán a resurrección de vida; más los que hicieron mal a resurrección de condenación». Juan 5:28, 29. Los que hayan sido «tenidos por dignos» de resucitar para la vida son llamados «dichosos y santos». «Sobre los tales la segunda muerte no tiene poder». Apocalipsis 20:6 (El conflicto de los siglos, p. 532).
Notas de Elena G. White para la Escuela Sabática 2023.
1re. Trimestre 2023 «ADMINISTRAR PARA EL SEÑOR… HASTA QUE ÉL VENGA»
Lección 12: «LAS RECOMPENSAS DE LA FIDELIDAD»
Colaboradores: Ana Hironymus & Esther Jiménez