Lección E. Sabática Universitarios 2023 Para el: 22 marzo
Los verdaderos seguidores de Jesús siempre entregarán todo lo que son y lo pondrán a su disposición. Pero eso no quiere decir que a todos los hijos de Dios siempre se les requerirá que vendan y entreguen todas sus propiedades, como se le pidió al joven rico.
Fue especialmente en momentos difíciles, cuando sus hijos estaban a punto de perderlo todo, que Dios les requirió que entregaran todos sus bienes para el avance de su reino, bendiciendo al pobre y apoyando su obra en la tierra. Al fin y al cabo, ¡lo iban a perder todo, de cualquier forma!
Cuando Abraham aceptó el llamado de Dios, se le permitió llevar sus posesiones consigo (Gén. 12: 5) y usarlas para proveer para su familia y para promover la misión de Dios. Esto no ocurrió en el caso de Noé, quien vivió en un típico «tiempo del fin» y tuvo que invertir todo lo que tenía en la construcción del arca. Solo al desarrollar una profunda intimidad con Jesús, el Espíritu Santo podrá indicar a sus amados hijos qué hacer y cuándo.
Para el joven rico, la acción de vender y dar todo lo que tenía también era parte de la obra de Jesús de perfeccionar su carácter en preparación para la eternidad [«Si quieres ser perfecto…» (Mat. 19: 21)]. Él tendría que desarrollar ese tipo de amor que refleja el carácter de Jesús y prepara a la persona para vivir con ángeles. Esto se evidencia con obras dedicadas a los menos favorecidos. Jesús considera que este tipo de obras se hacen para con él mismo.
El joven rico pudo ver que «su posición exaltada y sus bienes ejercían sobre su carácter una sutil influencia para el mal. Si lo prefiriese, suplantarían a Dios en sus afectos. El guardar poco o mucho sin entregarlo a Dios sería retener aquello que reduciría su fuerza moral y eficiencia; porque si se aprecian las cosas de este mundo […] llegan a absorberlo todo» (Elena G. de White, El Deseado de todas las gentes, cap. 57, p. 491).
Por no poder confiar en la capacidad de Jesús de conocer el futuro y proveer para él, el joven rico rechazó el plan de Jesús para él. Si pudiera haber visto el futuro y la destrucción de Jerusalén, hubiera comprendido que, de todos modos, no podría retener nada. Al mover sus propiedades al mundo de arriba, las hubiera recibido de vuelta con intereses (Mat. 19: 29).
Si hubiera dado sus bienes como ofrenda, habría sido un ejemplo para quienes vivían justo antes de aquel tiempo de angustia y también perderían todo. La generación que verá la segunda venida de Cristo tendrá que ejercer confianza mientras transfiere sabiamente sus propiedades al mundo de arriba y confía en Jesús para que supla sus necesidades temporales.
Durante el tiempo de angustia, la pérdida de propiedades será inevitable. (Ver la sección imPlícate de esta semana.) A algunos les confiscarán sus bienes, mientras que otros tendrán que huir de las multitudes enfurecidas. Quienes no tengan la marca de la bestia no podrán comprar ni vender, y ¿de qué les servirán esos bienes si, al final, el fuego lo destruirá todo? (2 Ped. 3: 11). Entonces, todo lo que no fue transferido al cielo o invertido en la obra de Jesús se perderá para siempre.
Es en preparación de esos días extremos que Jesús levantará dadores extremos. Como Noé, quien decidió vivir por fe, ellos invertirán todo lo que tengan en el último esfuerzo de predicar el evangelio a un mundo que perece, mientras sea posible. Ellos saben que «acumulan tesoros que se les darán cuando oigan las palabras: “Bien, buen siervo y fiel; […] entra en el gozo de tu señor” (Mat. 25: 23)» (El Deseado de todas las gentes, cap. 57, p. 493).
¿Hay alguna diferencia entre entregarle todas las cosas a Jesús y dárselas a él?
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Lección de Escuela Sabática Para Jóvenes Universitarios 2023.
1er. trimestre 2023 INVERSO
Lección 12 «EL JOVEN RICO: DADORES DEL TIEMPO DEL FIN»
Colaboradores: Pr. Brayan R Cedillo & Magda Sanchez
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