«Algunos no han estado satisfechos y han dicho: “No pagaré más mi diezmo, porque no tengo confianza en la forma en que se manejan las cosas en el corazón de la obra”. ¿Pero robaréis a Dios porque pensáis que el manejo de la obra no es correcto? Presentad vuestras quejas en forma clara y abierta, con el espíritu debido, a las personas debidas. Pedid que las cosas sean ajustadas y puestas en orden; pero no retengáis lo que corresponde a la obra de Dios, demostrando así que sois infieles, porque otros no están obrando correctamente».— Elena G. de White, Consejos sobre mayordomía cristiana, p. 91
«Cristo no escatimó la condenación de los abusos, pero se esmeró en no reducir las obligaciones. Reprendió el egoísmo que extorsionaba y aplicaba mal los donativos de la viuda. Al mismo tiempo, alabó a la viuda que había traído su ofrenda a la tesorería de Dios. El abuso que hacía el hombre del donativo no podía desviar la bendición que Dios concedía a la dadora. […]
»Muchos le habrían aconsejado que guardase su pitanza para su propio uso. Puesto en las manos de los bien alimentados sacerdotes, se perdería de vista entre los muchos y costosos donativos traídos a la tesorería. Pero Jesús comprendía el motivo de ella. Ella creía que el servicio del Templo era ordenado por Dios, y anhelaba hacer cuanto pudiese para sostenerlo. Hizo lo que pudo, y su acto había de ser un monumento a su memoria para todos los tiempos, y su gozo en la eternidad. Su corazón acompañó a su donativo, cuyo valor se había de estimar, no por el de la moneda, sino por el amor hacia Dios y el interés en su obra que había impulsado la acción».— Elena G. de White, El Deseado de todas las gentes, cap. 67, p. 581
«Así enseñó que el valor de la dádiva no se estima por el monto, sino por la proporción que se da y por el motivo que impulsa al dador».— Elena G. de White, Los hechos de los apóstoles, cap. 32, pp. 253-254
«En las balanzas del santuario, los donativos de los pobres […] no se estiman según la cantidad dada, sino según el amor que motiva el sacrificio. […] La providencia de Dios organizó todo el plan de la benevolencia sistemática para beneficio del hombre».— Consejos sobre mayordomía cristiana, p. 175
«En el sistema bíblico de los diezmos y las ofrendas, las cantidades pagadas por distintas personas variarán enormemente, puesto que estarán en proporción a sus entradas».— Ibid., p. 73
«Los que siguen a Cristo no deben aguardar para obrar hasta que los despierten los conmovedores llamados misioneros. Si están espiritualmente despiertos, oirán en los ingresos de cada semana, sean pocos o muchos, la voz de Dios y de la conciencia».— Testimonios para la iglesia, t. 4, p. 465
Lección de Escuela Sabática Para Jóvenes Universitarios 2023. 1er. trimestre 2023 INVERSO Lección 10 «LA VIUDA POBRE: LA DADORA EXTREMA» Colaboradores: Pr. Brayan R Cedillo & Magda Sanchez