“Por tanto, queda un reposo para el pueblo de Dios. Porque el que ha entrado en su reposo, también ha reposado de sus obras, como Dios de las suyas”. Hebreos 4:9, 10.
Durante el período de la Reforma, muchos aceptaron la verdad del sábado bíblico. Uno de los disidentes convencidos al respecto fue Teófilo Brabourne, quien en la década de 1650 pastoreó una iglesia en la que se guardaba el sábado. A quienes sostenían que la observancia del sábado representaba volver al judaísmo, Brabourne les preguntaba: “¿Rechazarían el evangelio porque primero fue dado a los judíos? ¿Por qué, entonces, rechazar el sábado, porque fue dado primero a los judíos?”
Brabourne vinculaba cuidadosamente el evangelio con el sábado. Sus oponentes argüían que la observancia del sábado se había discontinuado para favorecer la del primer día de la semana, en honor a la resurrección de Cristo, pero Brabourne les señalaba algo que Jesús había dicho poco antes de su ascensión a los cielos. Al advertir a sus discípulos acerca de la persecución que habría de sobrevenirles, Jesús les dijo: “Orad, pues, que vuestra huida no sea en invierno ni en día de reposo” (Mat. 24:20).
Frente a esto, Brabourne sólo podía concluir que Cristo creía que sus seguidores continuarían observando el sábado,tal como ello había hecho. Al respecto escribió: “Cristo admitió el antiguo sábado como ordenanza cristiana en la iglesia, para todos los tiempos del evangelio después de su muerte ‘. Muchos observadores del sábado fueron acusados de legalismo, devolver a la antigua ley ceremonial, pero Brabourne sostenía que guardar el sábado, el séptimo día, no era más legalista que guardar el sábado el primer día de la semana. Era posible guardar uno u otro, por motivos equivocados.
El sábado no simboliza la justificación por las obras, sino la justificación por la fe. Cada sábado descansamos como símbolo de que, por mucho que nos afanemos, no podemos salvarnos a nosotros mismos. Descansamos en el amor de Jesús, en su tierno cuidado. Descansamos en la salvación que ganó para nosotros.
Como se señala en Hebreos 4:10, “el que ha entrado en su reposo, también ha reposado de sus obras, como Dios de las suyas”. El sábado es símbolo de descanso, no de trabajo. Cuando por decreto humano se sustituye el sábado de Dios con otro día, es este otro día justamente el símbolo de la justificación por las obras, porque con este método del hombre se sustituye elmétodo de Dios. La justificación por la fe exalta el método de salvación establecido por Dios. Cuando Cristo murió en la cruz, descansó en la tumba el sábado, revelando así que había completado su obra de salvación, abundante en gracia para todos.
Este sábado, descanse en el amor de Dios, en su salvación. Hoy el sábado declara con poder que hay gracia salvadora suficiente para todos y cada uno de nosotros.