“Si me amáis, guardad mis mandamientos”. Juan 14:15
En 1662, un ministro llamado Francis Bampfield fue a dar a la cárcel de Dorchester, condenado por sus creencias no conformistas. Bampfield se habla convertido en uno de los más célebres predicadores de su región, en Inglaterra. Era un hombre erudito, generoso y devoto, pero nada de eso les importaba a las autoridades, porque no seguía las tradiciones de la iglesia establecida.
Para colmo, mientras estaba en prisión, Bampfield se convenció de que el séptimo día era el sábado bíblico. Siendo que los mismos puritanos proclamaban la importancia de guardar la ley moral de Dios, los Diez Mandamientos, halló que no tenía sentido observar todos menos el cuarto.
Es interesante notar cómo Bampfield trató de persuadir a sus contemporáneos puritanos. Muchos no querían aceptar el séptimo día o sábado, por considerarlo una institución judía. Pero Bampfield les hizo ver que la humanidad y el sábado fueron creados en la misma semana, en el jardín del Edén, mucho antes del nacimiento de Abrahán.
El libro del Génesis describe la bendición y santificación del sábado como el acto con el que Dios corona la creación. ‘Y bendijo Dios al día séptimo, y lo santificó, porque en él reposó de toda la obra que había hecho en la creación» (Gén.2:3).”’
Guiado por estos textos bíblicos tan contundentes, Bampfield concluyó que “mientras duren las semanas, ellos (la humanidad y el sábado) vivirán y permanecerán juntos».
Sus contemporáneos insistían en que el día santo cristiano era el domingo, pero Bampfield no hallaba cómo conciliar este concepto con el ejemplo de Cristo. Leyó todo el Nuevo Testamento, pero no encontró evidencias de que Jesús hubiera guardado como santo otro día de la semana que no fuera el sábado.
En su estudio cuidadoso del Nuevo Testamento, en busca de evidencias para la observancia del sábado. Jesús había dicho: “Si me amáis, guardad mis mandamientos” (Juan 14:15); y las Escrituras registraban que él, “en el día de reposo entró en la sinagoga, conforme a su costumbre, y se levantó a leer” (Lucas 4:16)
Bampfield concluyó que el hecho de que Jesús adorara a Dios en sábado era razón más que suficiente para que él también lo hiciera. Sus conclusiones tienen sentido.
Algunos sienten que la adoración “institucional” en sábado no es importante. Consideran que reciben las mismas bendiciones leyendo en casa. No le encuentran mayor sentido a asistir a la Iglesia los sábados por la mañana. Olvidan una verdad vital: Jesús consideraba la adoración en sábado tan importante, que hizo de ella su costumbre.