No debe despreciarse el sentimiento de seguridad; tenemos que alabar a Dios por ello; pero cuando sus sentimientos están deprimidos, no crean que Dios ha cambiado. Alábenlo tanto como antes, porque su confianza está en la Palabra de Dios y no en los sentimientos de ustedes. Han hecho el pacto de andar por fe y no de ser dominados por los sentimientos. Los sentimientos varían con las circunstancias.—Nuestra Elevada Vocación, 126 (1890).
No nos refiramos a las dudas
Por los méritos de Cristo, por su justicia que nos es imputada por la fe, debemos alcanzar la perfección del carácter cristiano. Se presenta nuestra obra diaria y de cada hora en las palabras del apóstol: “Puestos los ojos en el autor y consumador de la fe, en Jesús”. Hebreos 12:2. Mientras hagamos esto, nuestro intelecto se esclarecerá, nuestra fe se fortalecerá y se confirmará nuestra esperanza; nos embargará de tal manera la visión de su pureza y hermosura, y el sacrificio que ha hecho para ponernos de acuerdo con Dios, que no tendremos disposición para hablar de dudas y desalientos.—Joyas de los Testimonios 2:341 (1889).
El cristiano y la depresión
El verdadero cristiano no permite que nada de naturaleza terrena se interponga entre su alma y Dios. El mandamiento del Señor ejerce una influencia llena de autoridad sobre sus afectos y sus actos. Si todos los que buscan el reino de Dios y su justicia estuvieran dispuestos a hacer las obras de Cristo, cuánto más fácil sería el camino al cielo. Las bendiciones del Señor fluirían sobre el alma, y las alabanzas al Altísimo estarían continuamente en sus labios. Entonces serviría a Dios sobre la base de principios. Podría ser que sus sentimientos no siempre fueran gozosos; a veces las nubes podrían oscurecer el horizonte de su experiencia; pero la esperanza del cristiano no reposa sobre el arenoso fundamento de los sentimientos. Los que obran basados en principios contemplarán la gloria de Dios más allá de las sombras, y descansarán en la segura palabra de la promesa. No dejarán de honrar a Dios, por oscura que parezca la senda. La adversidad y la prueba solo le darán la oportunidad de manifestar su sinceridad, a la vez que su fe y su amor. Cuando la depresión se apodera del alma, eso no es evidencia de que Dios haya cambiado. Él es “el mismo ayer, y hoy, y por los siglos”. Hebreos 13:8. Es posible estar seguro del favor de Dios cuando se es capaz de sentir los rayos del Sol de justicia; pero si las nubes envuelven su alma, no debemos creer que hemos sido abandonados. La fe debe atravesar las tinieblas. El ojo debe estar fijo en Dios, y todo nuestro ser se llenará de luz. Hay que tener siempre ante la mente las riquezas de la gracia de Cristo. Atesoremos las lecciones que proporciona su amor. Que nuestra fe sea como la de Job, para que podamos decir: “Aunque él me mate, en él esperaré”. Job 13:15. Aferrémonos de las promesas del Padre celestial, y recordemos la forma como nos trata; porque “todas las cosas les ayudan a bien […] a los que conforme a su propósito son llamados”. Romanos 8:28.—The Review and Herald, 24 de enero de 1888.
MENTE CARÁCTER Y PERSONALIDAD TOMO #2 SECCIÓN #11: LOS PROBLEMAS EMOCIONALES Capítulo 52: LA DEPRESIÓN Por: Elena G De White Colaboradores: Liseth Orduz & América Lara