Si yo tuviera que prestar atención a las negras nubes: los problemas y las perplejidades que surgen en mi trabajo, no tendría tiempo para más. Pero yo sé que hay luz y gloria más allá de las nubes. Por fe atravieso las tinieblas para llegar a la gloria. A veces he tenido que pasar por dificultades financieras. Pero el dinero, no me preocupa. Dios cuida de mis asuntos. Hago lo que puedo, y cuando el Señor considera que es bueno para mí que tenga algo de dinero, me lo manda.—Manuscrito 102, 1901.
La fe: una necesidad
Cuando visité el sanatorio Paradise Valley hace unos tres años [1905], hablé casi todas las mañanas a las cinco a los obreros, y un poco más tarde a los pacientes. Había entre ellos un hombre que siempre parecía estar deprimido. Me enteré de que creía en la teoría de las doctrinas bíblicas, pero no podía tener la fe necesaria para apropiarse de las promesas de Dios. Cada mañana hablé a los pacientes acerca de la fe, y los insté a creer las palabras de Dios. Pero este pobre hombre parecía incapaz de reconocer que tenía fe. Le hablé a solas. Le presenté la verdad de todas las maneras posibles, y después le pregunté si no podía creer que Cristo era su Salvador personal y que estaba dispuesto a ayudarlo. Nuestro Salvador les ha dicho a todos los que están trabajados y cansados: “Tomad mi yugo sobre vosotros”. No cargue con un yugo de su propia fabricación. “Llevad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y hallaréis descanso para vuestras almas”. Mateo 11:28, 29.
Por fin llegó el momento cuando tenía que irme. Le dije: “Ahora bien, mi amigo, ¿puede decirme que ha aprendido a confiar en ese Salvador que ha hecho tanto para resolver la situación de cada alma? ¿Puede y quiere confiar en él? ¿Puede decirme, antes que me vaya, que ha recibido fe para creer en Dios?” Miró hacia lo alto y dijo: “Sí, creo. Tengo fe”. “Gracias, Señor”, repliqué. Sentí que aunque había habido otros que habían estado presentes y escuchado mis charlas en el salón, en este caso había sido ampliamente recompensada por mis esfuerzos.— Manuscrito 41, 1908.
MENTE CARÁCTER Y PERSONALIDAD TOMO #2 SECCIÓN #11: LOS PROBLEMAS EMOCIONALES Capítulo 52: LA DEPRESIÓN Por: Elena G De White Colaboradores: Liseth Orduz & América Lara