Los primeros tres mandamientos estipulan nuestro deber ante Dios, y los últimos seis esbozan nuestro deber para con el prójimo. En el cuarto mandamiento encontramos una integración de nuestro deber ante Dios y nuestro deber a la humanidad. Porque Dios trabajó, podemos descansar (Éxodo 20: 11). Dios descansó y nos ordena seguir su ejemplo. Pero el día sábado debemos también fomentar el descanso para todos los que comparten nuestra esfera de influencia, incluso las bestias de carga (Éxodo 20: 10).
El descanso sabático que la tierra experimentaba cada siete años (Levítico 25: 1-7) le daba la oportunidad de reabastecer sus nutrientes, al igual que nuestro descanso semanal del sábado permite a nuestro cuerpo rejuvenecer. Cada siete años la tierra descansaba de su labor de proveer alimento para Israel, e Israel recordaba que era Dios quien, en última instancia, proveía para sus necesidades (Levítico 25: 21).
El ciclo sabático de siete años implicaba algunos desafíos de fe para Israel. Cuando recogían sus cosechas en el sexto año, debían confiar en que Dios les proporcionaría una cosecha adecuada para satisfacer sus necesidades (Levítico 25: 21). Necesitaría alimento para ese séptimo año y semillas para plantar el octavo año, que daría inicio a un nuevo ciclo de siete años, así como alimento para ese octavo año también. Recordando su experiencia con el maná en el desierto, los israelitas tuvieron que confiar en que Dios cuidaría de ellos (Éxodo 16).
Además del ciclo de siete años, Dios también instituyó un ciclo de cincuenta años para que la tierra descansara. Los israelitas iban a contar siete ciclos de siete años y después de cuarenta y nueve años, iban a celebrar el año del Jubileo en el año cincuenta. Al respetar el año del Jubileo, Israel declaraba su dependencia de Dios para su sostenimiento físico. Su cosecha en el sexto año proveería alimento para ellos en el séptimo año, el octavo año (o el año del Jubileo), y para el primer año del siguiente ciclo, además de las semillas necesarias para plantar el primer año (Levítico 25: 22).
De una manera gráfica, este sistema resaltaba la dependencia de Israel respecto a Dios. Era en este contexto de mayor atención a Dios que las reformas sociales (estudiadas en la sección inTerpreta) tomaron lugar, así como el cuidado por la tierra y el medio ambiente (analizado en la sección inTerioriza). Cuanto más firmemente esté establecida nuestra relación de dependencia de Dios, mejores administradores seremos de la tierra y de nuestros semejantes. Cada semana, el sábado nos proporciona una oportunidad de abrazar una relación fiel con nuestro Creador, lo que se traduce en una mejor relación con su creación.
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Medita nuevamente en Levítico 25 y busca a Jesús en el pasaje.
¿Qué te está diciendo a través de estos versículos?
¿De qué manera amar más a Dios influye en tu relación con su creación?
¿En qué sentido puedes ver a Jesús en forma diferente o identificar algún rasgo nuevo de él.
Lección de Escuela Sabática Para Jóvenes Universitarios 2022. 2do. trimestre 2022 INVERSO Lección 9 «LA JUSTICIA DEL SÁBADO» Colaboradores: Israel Esparza y Mayra Cota