«Les daré un nuevo corazón, y les infundiré un espíritu nuevo; les quitaré ese corazón de piedra que ahora tienen, y les pondré un corazón de carne». Ezequiel 36: 26, NVI
UNA DE LAS ORACIONES más sinceras registradas en la Palabra de Dios es la de David cuando pidió: «Crea en mí, Dios, un corazón limpio» (Sal. 51: 10). La respuesta de Dios a esta oración es: «Yo te daré un nuevo corazón». Esta es una obra que ningún ser humano finito puede hacer. Los hombres y las mujeres deben comenzar por el principio, buscando a Dios más fervientemente para obtener una verdadera experiencia cristiana. Han de sentir el poder creador del Espíritu Santo. Han de recibir un nuevo corazón que se mantenga enternecido por la gracia del cielo. Deben desalojar el espíritu del egoísmo. Hemos de trabajar con sinceridad y con humildad de corazón, cada uno contemplando a Jesús en busca de dirección y ánimo. Entonces el edificio, debidamente ensamblado, crecerá hasta llegar a ser un templo santo en el Señor.— Carta 224, 1907.
En esta frase, «un nuevo corazón», tropiezan especialmente los jóvenes. No saben lo que significa. Esperan que se efectúe un cambio especial en sus sentimientos. A eso llaman «conversión». Miles han tropezado, para su ruina, en este error, no comprendiendo la expresión: «Es necesario nacer de nuevo» (Juan 3: 7).
Satanás induce a las personas a pensar que, porque han experimentado un arrobamiento de los sentimientos, están convertidas. Pero su vida no cambia. Sus actos siguen siendo los mismos de antes. Su vida no muestra buen fruto. Oran frecuente y largamente, y se refieren constantemente a los sentimientos que experimentaron en tal o cual ocasión. Pero no viven la vida nueva. Están engañados. Su experiencia no va más allá de los sentimientos. Edifican sobre arena, y cuando soplan vientos adversos, su casa se derrumba. […]
Cuando Cristo habla del nuevo corazón, se refiere a la mente, a la vida, al ser entero. Experimentar un cambio de corazón es apartar los afectos del mundo y fijarlos en Cristo. Tener un nuevo corazón es tener una mente nueva, nuevos propósitos, nuevos motivos. ¿Cuál es la señal de un nuevo corazón? Una vida transformada.— Mensajes para los jóvenes, cap. 17, p. 50.