Desde Betel no había más que dos días de viaje hasta Hebrón; pero en el trayecto Jacob experimentó un gran dolor por la muerte de Raquel. Había servido por ella dos veces siete años, y su amor le había hecho más llevadero el trabajo. La profundidad y constancia de su cariño se manifestó más tarde, cuando Jacob estaba a punto de morir en Egipto y José fue a visitarlo; en esa ocasión el anciano patriarca, recordando su propia vida, dijo: “Cuando yo venía de Padan-aram, se me murió Rachel en la tierra de Canaán, en el camino, como media legua de tierra viniendo a Ephrata; y sepultéla allí en el camino de Ephrata, que es Bethlehem”. Génesis 48:7. De toda la historia de su familia durante su larga y penosa vida, solo recordó la pérdida de Raquel (Historia de los patriarcas y profetas, pp. 205, 206).
La humanidad por sí misma no tiene luz. Aparte de Cristo somos un cirio que todavía no se ha encendido, como la luna cuando su cara no mira hacia el sol; no tenemos un solo rayo de luz para disipar la oscuridad del mundo. Pero cuando nos volvemos hacia el Sol de justicia, cuando nos relacionamos con Cristo, el alma entera fulgura con el brillo de la presencia divina.
Los seguidores de Cristo han de ser más que una luz entre los hombres. Son la luz del mundo. A todos los que han aceptado su nombre, Jesús dice: Os habéis entregado a mí, y os doy al mundo como mis representantes. Así como el Padre lo había enviado al mundo, Cristo declara: “Los he enviado al mundo”. Juan 17:18 Como Cristo era el medio de revelar al Padre, hemos de ser los medios de revelar a Cristo. Aunque el Salvador es la gran fuente de luz, no olvidéis, cristianos, que se revela mediante la humanidad. Las bendiciones de Dios se otorgan por medio de instrumentos humanos. Cristo mismo vino a la tierra como Hijo del hombre. La humanidad, unida con la naturaleza divina, debe relacionarse con la humanidad. La iglesia de Cristo, cada individuo que sea discípulo del Maestro, es un conducto designado por el cielo para que Dios sea revelado a los hombres. Los ángeles de gloria están listos para comunicar por vuestro intermedio la luz y el poder del cielo a las almas que perecen (El discurso maestro de Jesucristo, pp. 36, 37).
Fuera de la verdad no hay absolutamente ninguna salvaguardia contra el mal. Ningún hombre en cuyo corazón no more la verdad puede permanecer firme en favor de la justicia.
Solo hay un poder capaz de hacernos y mantenernos inconmovibles: el poder de Dios que se nos imparte mediante la gracia de Cristo. Relacionada con Cristo, la naturaleza humana llega a ser pura e íntegra. Cristo provee la eficiencia y el hombre se convierte en un poder para el bien. La veracidad y la integridad son atributos de Dios y el que posee estas cualidades posee un poder que es invencible (In Heavenly Places, p. 179; parcialmente en En los lugares celestiales, p. 181).
Notas de Ellen G. White para la Escuela Sabática 2022. 2nd Trimestre 2022 »EL GÉNESIS« Lección 10: «“ JACOB-ISRAEL»» Colaboradores: América Lara & Jacqueline Lora