En lo que atañe a lo que podemos hacer por nosotros mismos, hay un punto que requiere cuidadosa y meditada consideración. Debo conocerme a mí mismo. Siempre debo aprender la forma de cuidar de este edificio, el cuerpo que Dios me ha dado, para que pueda preservarlo en la mejor condición de salud.
Debo comer aquellas cosas que serán para mi mejor bien físico, y debo cuidar especialmente mi ropa de modo que favorezca una saludable circulación de la sangre. No debo privarme del ejercicio y del aire. Debo recibir toda la luz solar que me sea posible. Debo tener sabiduría para ser un fiel guardián de mi cuerpo. Haría una insensatez muy grande si entrara en una habitación fría habiendo transpirado; sería un mayordomo insensato si me sentara en una corriente de aire, y así me expusiera a resfriarme. Sería insensato si me sentara con los pies y los miembros fríos y así congestionara el cerebro y los otros órganos internos con la sangre de las extremidades. Siempre debiera proteger mis pies en tiempo húmedo.
Debiera comer regularmente de los alimentos más saludables que me proporcionarán la mejor calidad de sangre, y no debiera trabajar con intemperancia, si es que puedo evitarlo. Y cuando viole las leyes que Dios ha establecido en mi ser, debo arrepentirme y reformarme, y colocarme en la condición más favorable bajo el cuidado de los médicos que Dios ha provisto: el aire puro, el agua para y la preciosa y curativa luz solar.—Medical Ministry, 230.
SOMOS INDIVIDUALMENTE RESPONSABLES ANTE DIOS —
Nuestro cuerpo es propiedad de Cristo, comprada por él mismo, y no es lícito hacer de ese cuerpo lo que nos plazca. Cuantos entiendenlas leyes de la salud implantadas en ellos por Dios, deben sentirse obligados a obedecerlas. La obediencia a las leyes de la higiene es una obligación personal. A nosotros mismos nos toca sufrir las consecuencias de la violación de esas leyes. Cada cual tendrá que responder ante Dios por sus hábitos y prácticas. Por tanto. la pregunta que nos incumbe no es: “¿Cuál es la costumbre del mundo?” sino “¿Cómo debo conservar la habitación que Dios me dio?”—El Ministerio de Curación, 239.
CONDUCCIÓN DEL NIÑO SECCIÓN #13 *Importancia Fundamental del Desarrollo Físico* Capítulo 60: “ CONOCIMIENTO Y OBEDIENCIA DE LAS LEYES DE LA VIDA ” Por: Elena G De White Colaboradores: América Lara & Adriana Jiménez